VECINOS COMO PROMOTORES DE LA SEGURIDAD PUBLICA
Crónica de nuestra
visita a la Capital Federal para conocer uno de los programas más exitosos en
seguridad solidaria: el Plan Alerta Núñez.
Desde el mismo momento en
que nos decidimos a participar en política trabajamos respetando nuestros
principios. Entre ellos, la responsabilidad de prepararnos, estudiar los
temas y elegir a las mejores y más capaces personas para afrontar los desafíos
que impone la gestión pública.
Las
políticas de seguridad se han convertido en una de las prioridades para nuestro
grupo de trabajo. Estamos convencidos del rol activo que debe tener un
gobierno municipal en la prevención del delito y queremos que nuestra ciudad
esté a tono con las políticas de seguridad pública que han puesto en práctica
las ciudades más avanzadas del mundo.
Habiendo
conformado nuestro grupo de equipos técnicos, desde hace tiempo venimos
estudiando pormenorizadamente distintas acciones que nos permitan conformar
una propuesta integral en materia de prevención del delito.
Hace
algunas semanas, viajamos al Municipio de Tigre, en la Provincia de Buenos
Aires, para conocer su Programa de Seguridad Ciudadana. En la reunión que
mantuvimos con el Intendente Sergio Massa ratificamos que una política
pública que apunte a tener una ciudad más segura debe integrar tres pilares
fundamentales: decisión política, gestión e inversión.
Un plan
sistemático y pensado a largo plazo que tiene como eje fundamental la inversión
en tecnología le ha permitido a Tigre convertirse en un ejemplo para cualquier
municipio que quiera encarar el problema de la inseguridad de manera seria e
inteligente. La inversión en máquinas, se complementa perfectamente con la
inversión en recursos humanos capacitados para manejar esas herramientas con una
conducción política clara.
Es un
modelo exitoso de gestión que debemos tener en cuenta. No obstante, la semana
pasada quisimos conocer una experiencia creada a partir de una situación
diferente: cuando el Estado desaparece, los ciudadanos siguen ahí, y en muchas
oportunidades, asumen el rol de protegerse a sí mismos para poder
defenderse.
Cada
tanto, quedamos estupefactos mirando alguna noticia donde un vecino, en pos de
defenderse de un acto delictivo, hiere o incluso, da muerte a un delincuente
con el uso de un arma de fuego. Estos actos, lamentables por donde se los mire,
son consecuencia de un estado de indefensión total de la ciudadanía ante el
avance del delito y la sensación de que la única posibilidad que tenemos de
defendernos de los hechos de inseguridad cotidianos es a través de la
utilización de nuestras propias armas.
Hay
otra manera de defendernos y trabajar entre todos para poder vivir más seguros.
Estamos hablando de un nuevo paradigma en materia de seguridad, que promueva la
asociación comunitaria con un espíritu solidario y de colaboración con las
autoridades públicas.
El “Plan
Alerta” es una adaptación del “Neighbourhood Watch”, un programa de observadores
comunitarios que nació en Inglaterra. Básicamente, la idea es que los vecinos de
los barrios puedan darse una organización para poder cuidarse entre todos
interactuando con las fuerzas policiales, las autoridades políticas, y el poder
judicial. Actualmente, funcionan allí 157.000 programas de observadores
comunitarios que cubren 6 millones de casas y conectan 10 millones de
personas.
En nuestro
país, se están gestando experiencias similares con el mismo espíritu y
organización. Una de las más antiguas y exitosas, funciona en el barrio porteño
de Nuñez, donde, desde hace casi diez años los vecinos se organizan
solidariamente para intentar vivir más seguros.
Para
conocer la experiencia, viajamos a la Ciudad de Buenos Aires y tuvimos una amena
charla donde la mesa organizadora del Plan nos contó su historia y metodología
de trabajo.
La
experiencia nació como consecuencia del estado de indefensión de los vecinos
ante una ola delictiva que afectó el barrio en el año 2001. Con el paso del
tiempo, el grupo adquirió volumen, y hoy son 1500 las familias conectadas entre
sí en una red de comunicación que busca que cada una sepa lo que le pasa a la
otra para poder ayudarse.
No
estamos hablando se suplantar al Estado. La seguridad pública es una función
indelegable del aparato estatal. Lo que estamos planteando, es que los
ciudadanos no deben ser tratados como meros espectadores en el diseño, la
ejecución y el control de las políticas públicas sino que los gobiernos deben
integrarlos, darles herramientas y sobre todas las cosas, promover un rol activo
del vecino para acompañar y trabajar junto a las autoridades públicas para poder
prevenir el delito.
No hay
excusas. En la Ciudad de Santa Fe, la participación ciudadana en seguridad está
legislada hace quince años. La ordenanza 10289/98 da vida al Plan de Seguridad
Urbana Municipal y hace especial mención a la responsabilidad que tiene el
vecino de intervenir en pos de colaborar para disuadir el delito. Además, esa
norma insta a la conformación de las Juntas de Seguridad Barriales como el
ámbito institucional de participación de las instituciones intermedias que
coexisten en cada territorio.
Lamentablemente,
poco y nada de todo esto se da en la práctica. Las escasas reuniones que se
llevan adelante, son auto convocadas por los propios vecinos y no cuentan con
funcionarios de jerarquía que puedan canalizar esas demandas. El espíritu de
la ordenanza no era crear grupos de catarsis vecinales, sino ámbitos de debate,
control y propuestas para mejorar la seguridad entre todos.
La
inseguridad nos encierra en nuestras casas. Nos lleva a retraernos en nuestros
espacios más cercanos y nos aleja de los demás. Si no podemos estar con más
gente, perdemos fuerza, una ciudadanía fuerte se construye cuando estamos
juntos. Romper con la barrera del miedo exige un Estado que promueva la
asociación, la participación y la colaboración con y entre la ciudadanía. Las
herramientas están, esperamos ahora por la decisión política de llevarlas
adelante.
Diego
Degano
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