estudio en personas con obesidad
Almorzar antes de las tres de la tarde ayuda a bajar más de peso
Científicos de España y EE.UU. encontraron que quienes retrasan esta comida adelgazan menos. Por qué la hora de comer influye en la balanza.
Atracón. Comer a deshoras repercute en el peso, ya que el metabolismo de nutrientes cambia durante el día.
Al dicho “sos lo que comés” se le está por agregar una nota al pie que diga “y cuándo lo comés”. Un grupo de investigadores de la Universidad de Murcia, en España, y del Hospital Brigham and Women’s de Boston, en EE.UU., demostraron por primera vez en humanos algo que se venía estudiando en ratones: la hora de comer influye en el peso. Los autores del trabajo, publicado recientemente en la revista International Journal of Obesity, estudiaron durante veinte semanas a 420 personas con sobrepeso y hallaron que quienes almorzaban temprano –antes de las tres de la tarde– lograban bajar alrededor de cuatro kilos más que sus pares “tarderos”. La comida era la misma, el ejercicio y las horas de sueño también. Lo único que hizo inclinar la balanza a favor de los que almorzaron temprano fue el reloj.Para Daniel Cardinali, investigador superior del Conicet, especialista en cronobiología y profesor emérito de la UBA, este estudio corrobora “que la hora de la comida afecta la forma en que se asimila y, por lo tanto, el peso corporal”. Sostuvo que es el “primer trabajo a largo plazo y a escala adecuada que demuestra que el momento de comer es importante para el éxito de la terapia de pérdida de peso”. Diego Golombek, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador del Conicet, definió a los resultados del estudio como “espectaculares”, aunque no se mostró muy sorprendido. “Está claro que nuestro cuerpo es un reloj que está optimizado para funcionar mejor en ciertas tareas, a determinadas horas. Así, el uso, el metabolismo y la asimilación de nutrientes varía a lo largo del día y con ello la propensión a ganar peso o no”, explicó.
Interrogantes. ¿Cómo se explica que adelgazaran las personas que comían antes de las tres de la tarde? Una posible hipótesis, según Cardinali, es que la glucosa se procesa de manera diferente a lo largo del día. Otra teoría es que comer a deshoras impacta en el sistema circadiano y perturba el funcionamiento del hígado y de las células adiposas. “El sistema circadiano está compuesto por un reloj maestro en el cerebro y relojes periféricos en las células del cuerpo. Normalmente, el reloj maestro sincroniza el resto, como si fuese un director de orquesta. Cuando el horario de las comidas es anormal o irregular, los relojes internos se desincronizan y la orquesta desafina”, detalló.
Los líderes de la investigación señalaron en el paper que el reloj biológico en las células adiposas incidiría en si las grasas se acumulan en los tejidos o si se metabolizan, según cuándo las ingerimos. Esto estaría en sintonía con un estudio de 2009, elaborado por científicos de la Universidad de Northwestern, en EE. UU., que halló que comer en momentos anormales –en el medio de la noche, por ejemplo– repercutía en el peso de un grupo de ratones. En el experimento, los que recibieron una dieta alta en grasas durante su horario de sueño, engordaron mucho más que los que comieron la misma comida pero durante el día.
Para Golombek, aún no hay una explicación específica de los hallazgos del trabajo español. Una de sus hipótesis es que las personas que almorzaban más tarde tenían “cronotipos” vespertinos, es decir “funcionaban como búhos que prefieren horarios tardíos para sus actividades”, tradujo. En muchos casos existe una base genética para este cronotipo que podría alterar el metabolismo. Allí entra en escena el “gen clock”, analizado por los autores del trabajo, que hallaron variantes entre los participantes “tempraneros” y “tarderos”. “El gen clock afecta nuestros ritmos circadianos. Una rara variante de éste, que se asocia con la obesidad, fue más común en los consumidores tardíos del estudio, con lo cual podría ser responsable de la conducta de comer más tarde en el día”, subrayó Cardinali. Tal vez, los hábitos de los búhos les están jugando en contra. “Lo cierto es que somos bichos diurnos, preparados para un buen desayuno –que es cuando se aprovechan mejor los nutrientes– y, unas horas más tarde, un refuerzo de comida. Si esto se retrasa, todo el proceso de metabolismo y digestión no va a estar optimizado para que nuestra economía –cuánto entra, cuánto sale, cuánto se aprovecha, cuánto se acumula– funcione de la mejor manera posible”, concluyó Golombek.
La clave: respetar una rutina
“Cuanto más regulares sean los horarios de las comidas, mejor: comer a deshoras o ir modificando estos horarios no es nada bueno para el cuerpo”, advirtió Diego Golombek. Según Edgardo Ridner, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, respetar una rutina es clave por una cuestión conductual: “Los que almuerzan tarde suelen desayunar poco y a veces ni lo hacen”.
Por su parte, Alberto Cormillot, especialista en nutrición, sostuvo que habría que comer “cada dos o tres horas para facilitar el metabolismo”. Es una forma de enviarle al cerebro la señal de que estamos planificando nuestra alimentación. “Hay muchísima evidencia que avala la recomendación de un patrón ordenado y sistemático en las comidas, si el objetivo es bajar de peso”, resumió Ridner.
Golombek propuso un esquema: “Por la mañana, necesitamos energía. Por esto, el desayuno es tan importante –si lo salteamos seguramente vamos a estar cansados el resto del día y, además, se recomienda desayunar bien para perder peso–. El almuerzo es una recarga de baterías para seguir alerta. La cena es una preparación para el sueño: un poco de grasa y carbohidratos contribuyen a dormir bien”.
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