A 40 AÑOS DE LA MUERTE DE PERON > COMO ERA Y QUE
PASO EN LA ARGENTINA QUE LLORO LA MUERTE DE PERON
La tristeza popular y el desastre
nacional
El retrato de Juan Domingo Perón excede
a su muerte y a la vez la incluye. Fundador de un movimiento que ya lo
sobrevivió 40 años, la trayectoria de Perón hizo que el 1º de julio de 1974
fuera una fecha de inmenso dolor popular y al mismo tiempo acelerase la
pendiente de la Argentina hacia su peor tragedia.
Lo que pasó antes del 1ª de julio de
1974 no era ninguna maravilla, pero lo que vino después fue una tragedia. La
muerte de Juan Domingo Perón marcó una cuenta regresiva que terminaría el 24 de
marzo de 1976, con el golpe militar más cruento de la historia argentina.
Endiosado a veces por
el abrazo con Ricardo Balbín y otras por su vuelta a la Argentina como hecho en
sí mismo dentro de una marcha casi celestial, ¿el último Perón es una
continuidad del que gobernó entre 1946 y 1955 y lideró un movimiento desde el
exilio entre los 18 años que van de 1955 a 1973? Y si no fue una continuidad,
¿acaso podía serlo? La verdad es que su figura terminó surcando la historia
entre la extensión de la ciudadanía a grandes masas de argentinos en la segunda
mitad de los ‘40 y la tremenda crisis de 1974, entre el Plan Quinquenal y el
Pacto Social, por un lado, junto al avance de los derechos sociales y políticos
y por otro lado el comienzo del fin.
Perón ya estaba muy
enfermo a mediados de 1974. Los médicos que lo atendieron, entre ellos el
entonces ministro de Educación Jorge Taiana, emitieron este parte: “El señor
teniente general Juan Domingo Perón ha padecido una cardiopatía isquémica
crónica con insuficiencia cardíaca, episodios de disritmia cardíaca e
insuficiencia renal crónica, estabilizadas con el tratamiento médico. En los
recientes días sufrió agravación de las anteriores enfermedades como
consecuencia de una broncopatía infecciosa. El día 1º de julio, a las 10.25, se
produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el
paro sin obtener éxito todos los medios de reanimación de que actualmente la
medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15”.
Cuando su ataúd fue
depositado en el Congreso, pasaron por delante alrededor de 150 mil personas.
Más de un millón rodearon al Congreso en esos días grises, fríos, lluviosos y
tristes.
Los discursos de
homenaje al presidente muerto sirven para entender retazos de la época.
El más célebre es el
pronunciado por el presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical,
Ricardo Balbín. “Los partidos políticos decidieron mantener las instituciones”,
dijo. Habló del “encuentro definitivo en una conciencia nueva para servir la
causa común de los argentinos”. Agregó Balbín: “No sería leal si no dijera
también que vengo en nombre de mis viejas luchas, que por haber sido claras,
sinceras y evidentes permitieron en estos últimos la comprensión final, y fui
recibido con confianza en la escena oficial que presidía el presidente muerto.
Ese diálogo amable me permitió saber que él sabía que venía a morir a la
Argentina, y antes de hacerlo dijo que quedaron atrás las divergencias para
comprender el mensaje de la convivencia en la discrepancia útil”. “Frente a los
grandes muertos tenemos que olvidar todo lo que fue el error, cuanto en otras
épocas pudo ponernos en las divergencias y en las distancias”, dijo Balbín. “Y
frente a un muerte ilustre tiene que estar alejada la hipocresía. Los grandes
muertos dejan siempre el mensaje.” Luego vino la frase que quedó: “Este viejo
adversario despide a un amigo”.
Balbín había estado
preso en el primer peronismo y el abrazo entre los dos, tras la vuelta de
Perón, quedó como un símbolo de que al menos el viejo gorilismo y las antiguas
persecuciones políticas habían terminado.
Por los gobernadores
habló un petisón de patillas que iba por su primer mandato. No podría cumplirlo
por el golpe de 1976. Recién tendría condiciones para volver a ganar y
disfrutar de dos períodos completos entre 1983 y 1989. El riojano Carlos Menem,
en nombre de sus colegas, lo llamó “querido maestro”. Dijo que “un líder no se
genera por propia determinación” y definió a Perón como “un líder de América y
del mundo”. Remarcó que “no ha dejado, según sus propias palabras, otro heredero
que el pueblo”.
Signo de una época en
la que las Fuerzas Armadas jugaban como actores políticos y eran vistas como
tales incluso en democracia, habló el comandante general del Ejército, Leandro
Anaya. “Es el militar que trasciende del plano específico y se inserta en el
plano nacional”, definió a Perón. “Tuvo dos grandes pasiones, el Ejército y su
pueblo”, dijo, y rescató la idea de Perón de “la unión nacional”. “Los enemigos
de todo lo argentino, tanto internos como externos, redoblarán sus esfuerzos para
quebrar la magna obra que vos conducíais”, vaticinó.
La representación de
las Fuerzas Armadas por parte de Anaya fue anunciada por el locutor oficial.
Anaya, en cambio, dijo que hablaba por el Ejército. La diferencia tiene su
matiz. Cuando murió Perón ya era comandante de la Marina el almirante Emilio
Eduardo Massera. Miembro de la organización fascista internacional con sede en
Roma Propaganda Dos, Massera tenía relación directa con Licio Gelli, el jefe de
la PDue que había sido condecorado por el propio Perón a través del canciller
Alberto Vignes.
El mosaico del
Congreso también estuvo integrado por la Confederación General del Trabajo y la
Confederación General Económica, que habían pedido el duelo nacional aun antes
de que lo anunciara el Gobierno.
Adelino Romero, por
la CGT, dijo en el homenaje del Congreso que “un conductor auténtico nunca se
va del todo”. Describió que “una congoja traspone las fronteras y hace que nos
sintamos más hermanos en el dolor”, y entonces “comprendemos tal vez como nunca
el valor de la palabra solidaridad”. Según Romero, “nos deja huérfanos de las
soluciones que congeniaban genialmente nuestras necesidades con las necesidades
del país”. También elogió Romero la “entereza moral” de María Estela Martínez
de Perón, “la compañera Isabel”. Su consigna fue: “Unidad de los trabajadores y
unidad de los argentinos”.
El último de los
mensajes corrió por cuenta de Julio Broner, presidente de la CGE. Fue menos
formal que los otros cuando habló del futuro: “La Argentina enfrenta con la
muerte del general Perón uno de los instantes más difíciles de su historia”.
Broner dijo que “ahora se acrecentarán las acechanzas y los peligros”, y para
prevenir una crisis lanzó estos objetivos: “Hacer el máximo esfuerzo para
evitar cualquier fisura en la unidad nacional”, “preservar el proceso
institucional en cualquier circunstancia que se presente”, “impulsar las metas
económicas y sociales del plan de reconstrucción nacional”.
Todavía era ministro
de Economía José Ber Gelbard, el antecesor de Broner en la CGE. El 5 de julio,
Gelbard todavía jugó un papel importante en una reunión de gabinete a la que
Isabel convocó también a los líderes de la CGT y la CGE y a Balbín, además de a
los tres comandantes generales del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea.
Sin embargo, a esa
altura José López Rega no sólo había sido confirmado como secretario privado
sino que el puesto había sido elevado al rango de una Secretaría de Estado con
dependencia de la Presidenta. López Rega retenía el Ministerio de Bienestar
Social.
En su libro El
burgués maldito, María Seoane da mucha importancia a varios hechos que se
cruzaron en los días posteriores a la muerte de Perón:
- El
asesinato del radical amigo de Balbín y ex ministro del Interior de
Alejandro Lanusse Arturo Mor Roig. Montoneros alegó que había sido
“sentenciado” por su “complicidad” en la masacre de Trelew del 22 de
agosto de 1972. Para Seoane fue la ruptura de “la tregua impuesta por el
duelo popular”.
- La
muerte de Adelino Romero y su reemplazo por un dirigente afín a López
Rega, Segundo Bienvenido Palma.
- La
presión sobre Gelbard para liberalizar precios y salarios.
- El
recrudecimiento de los ataques, como el asesinato, el 31 de julio, del
diputado Rodolfo Ortega Peña. “Yo puedo ser el próximo”, dice el libro que
dijo Gelbard.
A esa altura una
serie de acontecimientos previos a la muerte de Perón había sellado las cartas
de la Argentina.
Sin pretensiones de
causa-efecto ni de jerarquizaciones, esa serie no podría esquivar la represión
en Ezeiza al regreso de Perón, el 20 de junio de 1973, el enfrentamiento cada
vez más agudo dentro del peronismo luego del desplazamiento del presidente
Héctor Cámpora el 13 de julio de 1973 y el asesinato del secretario general de
la CGT José Ignacio Rucci por parte de Montoneros el 23 de septiembre, justo
antes de que Perón asumiera la presidencia el 12 octubre del ’73. Tampoco
habría que tirar al cesto de los datos inútiles el desplazamiento de
gobernadores que sólo en sentido muy amplio podían ser definidos como de la
Tendencia Revolucionaria, cuando en rigor eran viejos peronistas ligados más
bien a la Resistencia y, en todo caso, no enrolados en la ortodoxia. Ese fue el
caso de Ricardo Obregón Cano en Córdoba y Oscar Bidegain en la provincia de
Buenos Aires. La destitución de Obregón Cano fue fruto de un golpe
policial-militar que se proponía destruir la experiencia del sindicalismo
combativo local, donde convivían sin problemas clasistas de izquierda como
Agustín Tosco junto a peronistas como Atilio López. López fue uno de los
primeros muertos de la Alianza Anticomunista Argentina, vinculada al comisario
Alberto Villar y a López Rega. Tosco moriría en la clandestinidad, enfermo, en
1975.
La muerte de Perón,
tal como temía Broner, catalizó lo peor de la política argentina, agudizó las
contradicciones hasta el paroxismo, abarcó maniobras como el control fascista
de la educación y la universidad (por parte del tándem formado por el ministro
Oscar Ivanissevich y el rector de la UBA Alberto Ottalagano), precipitó la
crisis económica con el rodrigazo de 1975 y terminó preparando el terreno para la
represión sistemática, la desindustrialización y la pulverización de un mundo
–el de las fábricas y los obreros– como obra de la dictadura que duró siete
años y siete meses. Lo cierto es que en 1976, cuando Jorge Videla asumió el
mando en nombre de una junta que también integraba Massera, ya reinaban las
dictaduras en Chile, Uruguay y Brasil, que no había tenido interrupción alguna
desde 1964.
La idea de la
izquierda latinoamericana según la que, derrotados en Vietnam, los Estados
Unidos quedarían destruidos, se reveló errónea. Washington firmó la paz en
Vietnam en 1973 y se retiró de Saigón en 1975 para recobrar fuerzas dentro de
la Guerra Fría gracias a una mayor solidez en América latina.
Vista la historia a
la distancia, no parecía haber espacio para un proceso de transformaciones
profundas. Hasta una tibia reforma requería una constelación de fuerzas, una
energía y una modestia retórica que nadie lograría. Ni Perón.
A 40 AÑOS DE LA MUERTE DE PERON
> OPINION
Llevó en sus oídos
Por Sergio
Wischñevsky
El peronismo cumple hoy 40 años sin Perón. Fue el 1º de julio de
1974 a las 13.15. María Estela Martínez de Perón, que ya estaba ejerciendo la
presidencia, hizo el anuncio a las 14.10. La CGT decretó el cese de actividades
y la CGE se sumó. Por un conflicto gremial, ese día no hubo diarios. Su cuerpo
se expuso para el último saludo del pueblo en el Congreso de la Nación hasta el
jueves 4. Multitudes desconsoladas se acercaron y desfilaron bajo una lluvia
que completaba la escena, en un pasar de rostros doloridos incesante. Más de un
millón de personas se quedaron sin poder verlo, otros cuantos millones se
aferraron a la televisión que transmitía sin pausas. Llegaron para cubrir la
ceremonia dos mil periodistas extranjeros. Vinieron los presidentes de Uruguay,
Bolivia y Paraguay. Antes de que se iniciara la marcha hacia Olivos, en el
Congreso, doce oradores despidieron al muerto: Benito Llambí, en representación
de los ministros; José Antonio Allende, por los senadores; Raúl Lastiri, en
nombre de los diputados; Miguel Angel Bercaitz, por la Corte Suprema de la
Nación; el teniente general Leandro E. Anaya, en representación de las Fuerzas
Armadas; el gobernador riojano Carlos Menem, en nombre de sus colegas de todas
las provincias; Ricardo Balbín, por los partidos políticos; Duilio Brunillo y
Silvana Rota, por el Partido Justicialista; Lorenzo Miguel, de las 62
Organizaciones; Adelino Romero, de la CGT; y Julio Broner, por la CGE.
En Moscú estaban reunidos el
presidente de EE.UU., Richard Nixon, y el primer mandatario de la Unión
Soviética, Leonidas Brezhnev, que hicieron un alto en su cumbre de potencias
mundiales y organizaron un homenaje. En Brasil decidieron tres días de duelo.
En todo el mundo las banderas quedaron a media asta, incluso en la ONU. El
Mundial de Alemania había comenzado el 14 de junio, desde el 1º de julio se
hizo un minuto de silencio en los estadios.
Los informes médicos del doctor
Seara y sobre todo de Jorge Taiana, sus médicos personales, indican que Perón
estaba enfermo desde hacía mucho tiempo. Impacta ese contraste entre el
personaje tan poderoso en público y tan vulnerable en la intimidad. ¿Cuánto de
eso jugó en la preponderancia de Isabel y López Rega en sus últimas decisiones
políticas? ¿Cuánto es sólo y simplemente achacable a él?
Si bien desde muy temprano en su
historia política existieron las 20 verdades peronistas e incluso se ha
desarrollado una doctrina, Perón era un líder carismático y ese carisma no se
hereda. ¿Pudo haber dejado un heredero? Aquí sólo el lirismo de un discurso da
una pista: “Mi único heredero es el pueblo” suena genial pero ¿cómo se
concreta? Apropiarse del peronismo y su esencia fue y es una tentación tan
frecuente como vana. El propio caudillo fundador tuvo quienes se le enfrentaron
y le discutieron en nombre de las verdades peronistas. Cuando decidió que
Héctor Cámpora fuera el candidato a presidente por el justicialismo tuvo que
soportar la resistencia de los dirigentes sindicales de la CGT Azopardo. Los
sucesos de la masacre de Ezeiza que le arruinaron la fiesta del regreso no son
otra cosa que el reflejo de esa puja interna en la que todos gritan fuerte
“viva Perón”, pero todos tienen su propia idea de cuál debería ser el
“verdadero”.
El General se acercaba a su
muerte, él lo sabía, con un problema enorme sin resolver: como darle
continuidad al peronismo.
Pero ¿quién podía ser su
heredero? ¿Galimberti? ¿Lorenzo Miguel? ¿Quién hubiese sido la figura aceptada
por todos? Ninguna lo era. Finalmente optó por Isabel, sin ninguna virtud como
líder y sin lograr ser ni la sombra de Evita, pero por lo menos era su esposa,
tenía su apellido. El problema quedó sin resolverse, tal vez porque no tenía
solución, tal vez porque no quería morir.
Pero su muerte fue en sí misma un
golpe político fenomenal. Los casi 30 años transcurridos desde aquel mítico 17
de octubre de 1945 hasta ese dramático julio de 1974 forjaron en los sectores
populares una conciencia muy particular. Es frecuente ver a esas masas como el
telón de fondo, la escenografía que da el marco a la épica justicialista. Sin
embargo, todo líder, todo caudillo, forma y es formado por las multitudes, por
los trabajadores. El rol de catalizador y aglutinador de esa masa dispersa no
se construye desde la lógica institucional. Por eso en gran medida esos líderes
son insustituibles. Perón, entre otras muchas cosas, fue un producto de los
trabajadores argentinos, y su muerte generó un vacío político desgarrador, la
antesala de una tragedia. Detrás de ese ¡viva Perón! con los dedos en V había
mucho más que un simple culto a la personalidad.
Las fuerzas desatadas en aquellos
años ’70 eran titanes que ningún hombre podía conjurar, todos le pedían mucho,
él los había alentado a eso. Viendo los sucesos que se precipitaron tras su
muerte, ese Perón que volvió del largo exilio y declaró ser un león herbívoro
que proponía un acuerdo social entre trabajadores y empresarios, entre la
derecha y la izquierda, no fue acatado. Estaba más allá de sus fuerzas contener
la tempestad.
Sin embargo, una paradoja muy
interesante se ha consumado. No pudo cumplir su última tarea, muchos
pronosticaron que sin su líder y sin haber dejado herederos el movimiento
peronista desaparecería. Hasta hay quienes le diagnosticaron a la Argentina
peronista una larga agonía. Pero el peronismo sin Perón ya lleva 40 años de
existencia, con una identidad zigzagueante, con cambios radicales, con virajes
impresionantes, con fuerzas conservadoras y con fuerzas de vanguardia.
No son muchos los movimientos
políticos carismáticos que sobreviven a su fundador. Pero el peronismo no sólo
es una lógica política, el historiador Daniel James lo define como una
“estructura de sentimiento”; hoy está de moda decir empoderamiento. Pero
tampoco son muchos los líderes mundiales que han podido despedirse de las
multitudes que los encaraman diciéndoles para emoción de todo aquel que tenga
sangre en las venas: “Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es la
palabra del pueblo argentino”. Es muy difícil definir qué es el peronismo, pero
entregados a sentir ese torrente de emoción que generó este hombre, por ahí es
más fácil acercarse.
Análisis y recuerdos
Estela de Carlotto
Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo
CONMOVIDA POR LA JUVENTUD
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recordó que el día que murió Juan Domingo Perón se sintió “muy conmovida” por ver cómo sus dos hijas, militantes de la Juventud Peronista, “sufrían por la muerte de su líder”, y llamó a los argentinos a “recordarlo como un hombre con virtudes y defectos que pasó a la historia por lo que hizo por su Patria”. “Eran momentos de un gobierno constitucional muy frágil y mi marido y yo sufríamos mucho por el compromiso militante de nuestras hijas”, relató. Recordó las “discusiones cariñosas con Claudia y con Laura, que eran defensoras a ultranza de Perón, y mi marido y yo, que estábamos en la vereda de enfrente”. Luego, dijo: “Comencé a valorarlo y a entender que había hecho muchísimo por su país, alentando a la juventud a participar y comprendiendo el desafío de gobernar después de una dictadura atroz que lo obligó a 18 años de exilio y a regresar con una salud quebrantada”.
Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo
CONMOVIDA POR LA JUVENTUD
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recordó que el día que murió Juan Domingo Perón se sintió “muy conmovida” por ver cómo sus dos hijas, militantes de la Juventud Peronista, “sufrían por la muerte de su líder”, y llamó a los argentinos a “recordarlo como un hombre con virtudes y defectos que pasó a la historia por lo que hizo por su Patria”. “Eran momentos de un gobierno constitucional muy frágil y mi marido y yo sufríamos mucho por el compromiso militante de nuestras hijas”, relató. Recordó las “discusiones cariñosas con Claudia y con Laura, que eran defensoras a ultranza de Perón, y mi marido y yo, que estábamos en la vereda de enfrente”. Luego, dijo: “Comencé a valorarlo y a entender que había hecho muchísimo por su país, alentando a la juventud a participar y comprendiendo el desafío de gobernar después de una dictadura atroz que lo obligó a 18 años de exilio y a regresar con una salud quebrantada”.
Eduardo Jozami
Director del Centro Cultural Haroldo Conti
UNA LECTURA DESAPASIONADA
Eduardo Jozami, director del Centro Cultural Haroldo Conti que funciona en la ex ESMA, afirmó que “Perón fue un líder nacional que pensaba en un país con distribución del ingreso, más justo, con mayor participación de los asalariados en el PBI y con una idea de conducción política, de cómo se organizaba el país”. Agregó que a 40 años de su muerte, “es posible hacer una lectura más desapasionada, reconociendo tanto aspectos positivos de sus mandatos como hacer una lectura crítica de los últimos años de su gobierno”. “Su muerte implicó la desaparición de la única posibilidad de establecer un control relativo de la profunda crisis que había en el peronismo y de dar continuidad al gobierno iniciado en 1973. Desde sectores de JP y Montoneros existió una reacción muy dura contra Perón, se perdió de vista la significación global de su figura en una coyuntura muy crítica que imponía una visión sesgada del proceso”, agregó.
Director del Centro Cultural Haroldo Conti
UNA LECTURA DESAPASIONADA
Eduardo Jozami, director del Centro Cultural Haroldo Conti que funciona en la ex ESMA, afirmó que “Perón fue un líder nacional que pensaba en un país con distribución del ingreso, más justo, con mayor participación de los asalariados en el PBI y con una idea de conducción política, de cómo se organizaba el país”. Agregó que a 40 años de su muerte, “es posible hacer una lectura más desapasionada, reconociendo tanto aspectos positivos de sus mandatos como hacer una lectura crítica de los últimos años de su gobierno”. “Su muerte implicó la desaparición de la única posibilidad de establecer un control relativo de la profunda crisis que había en el peronismo y de dar continuidad al gobierno iniciado en 1973. Desde sectores de JP y Montoneros existió una reacción muy dura contra Perón, se perdió de vista la significación global de su figura en una coyuntura muy crítica que imponía una visión sesgada del proceso”, agregó.
Dante Gullo
Diputado porteño
LA PERSECUCION
“La muerte de Perón vino a interrumpir un proceso de diálogo que iniciamos con él después del 1° de mayo (de 1974) y que se profundizó después del 12 de junio, cuando él dio su último discurso en la Plaza”, señaló el diputado porteño Dante Gullo, dirigente de la JP en los ’70. “Luego, cuando nos quedamos sin Perón, (José) López Rega e Isabel toman otro camino. Profundizan la persecución sobre nosotros con la Triple A y ya no hubo vuelta atrás.” “A mí, la muerte de Perón me sorprende en el comité nacional de la UCR, me encontraba en una reunión con (Ricardo) Balbín, armando una charla que íbamos a tener con sectores juveniles de ese partido. La idea era armar una reunión pública entre Perón, Balbín y las juventudes del peronismo y el radicalismo para fijar coincidencias. La muerte de nuestro conductor frustró todo.”
Diputado porteño
LA PERSECUCION
“La muerte de Perón vino a interrumpir un proceso de diálogo que iniciamos con él después del 1° de mayo (de 1974) y que se profundizó después del 12 de junio, cuando él dio su último discurso en la Plaza”, señaló el diputado porteño Dante Gullo, dirigente de la JP en los ’70. “Luego, cuando nos quedamos sin Perón, (José) López Rega e Isabel toman otro camino. Profundizan la persecución sobre nosotros con la Triple A y ya no hubo vuelta atrás.” “A mí, la muerte de Perón me sorprende en el comité nacional de la UCR, me encontraba en una reunión con (Ricardo) Balbín, armando una charla que íbamos a tener con sectores juveniles de ese partido. La idea era armar una reunión pública entre Perón, Balbín y las juventudes del peronismo y el radicalismo para fijar coincidencias. La muerte de nuestro conductor frustró todo.”
Horacio González
Director de la Biblioteca Nacional
UNA MEMORIA SOCIAL
“La coherencia del peronismo es la coherencia de una fuerza que acepta muchos matices y acepta que esos matices tengan una condensación en una figura central: Perón. Eso, de alguna manera, aparece depositado hoy en la figura de Cristina Fernández de Kirchner”, dijo el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, aunque diferenció entre los que arrean hacia el neoliberalismo bajo la cobertura del peronismo y los que ven al movimiento creado por Perón “como una memoria social que no se puede manipular”. El sociólogo y ensayista señaló que Perón habló de la “felicidad del pueblo y de la grandeza de la Nación, pero también hay un hilo de tragedia que mantiene viva la memoria”. Señaló que “si se habla de la tela profunda que hay en el peronismo, es necesario hablar de estas cosas. Porque finalmente explica su supervivencia, la complejidad de la historia del peronismo y el hecho evidente de que personas de izquierda hayan pasado a actuar en el peronismo”.
Director de la Biblioteca Nacional
UNA MEMORIA SOCIAL
“La coherencia del peronismo es la coherencia de una fuerza que acepta muchos matices y acepta que esos matices tengan una condensación en una figura central: Perón. Eso, de alguna manera, aparece depositado hoy en la figura de Cristina Fernández de Kirchner”, dijo el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, aunque diferenció entre los que arrean hacia el neoliberalismo bajo la cobertura del peronismo y los que ven al movimiento creado por Perón “como una memoria social que no se puede manipular”. El sociólogo y ensayista señaló que Perón habló de la “felicidad del pueblo y de la grandeza de la Nación, pero también hay un hilo de tragedia que mantiene viva la memoria”. Señaló que “si se habla de la tela profunda que hay en el peronismo, es necesario hablar de estas cosas. Porque finalmente explica su supervivencia, la complejidad de la historia del peronismo y el hecho evidente de que personas de izquierda hayan pasado a actuar en el peronismo”.
Norberto Galasso
Historiador
LA CRISIS MAS PROFUNDA
“La muerte de Perón, en gran medida, significó la crisis más profunda del peronismo, porque ya no habría nadie con capacidad para realizar lo que a él mismo le resultaba difícil: conciliar los componentes internos del movimiento”, analizó Norberto Galasso. El historiador ubicó al menemismo como la fase “antiperonista” del movimiento nacional, que “hegemonizado por intereses extranjeros lleva adelante la destrucción de todo lo positivo que había hecho Perón del ’45 al ’55, con sus políticas de liberación nacional e industrialización con inclusión social”. Opinó que con Néstor Kirchner se inicia un proceso de “reconstrucción del movimiento nacional con perfiles propios”. “Hay peronistas históricos, que dicen ‘yo apoyo a Cristina porque soy peronista’ y otros de la juventud que sostienen ‘nosotros no somos peronistas; somos kirchneristas; reconocemos la importancia del peronismo, pero somos otra cosa, un tercer movimiento histórico’.”
Historiador
LA CRISIS MAS PROFUNDA
“La muerte de Perón, en gran medida, significó la crisis más profunda del peronismo, porque ya no habría nadie con capacidad para realizar lo que a él mismo le resultaba difícil: conciliar los componentes internos del movimiento”, analizó Norberto Galasso. El historiador ubicó al menemismo como la fase “antiperonista” del movimiento nacional, que “hegemonizado por intereses extranjeros lleva adelante la destrucción de todo lo positivo que había hecho Perón del ’45 al ’55, con sus políticas de liberación nacional e industrialización con inclusión social”. Opinó que con Néstor Kirchner se inicia un proceso de “reconstrucción del movimiento nacional con perfiles propios”. “Hay peronistas históricos, que dicen ‘yo apoyo a Cristina porque soy peronista’ y otros de la juventud que sostienen ‘nosotros no somos peronistas; somos kirchneristas; reconocemos la importancia del peronismo, pero somos otra cosa, un tercer movimiento histórico’.”
Lorenzo Pepe
Titular del Instituto Nacional J. D. Perón
LAS CHARLAS EN MADRID
“Aún hoy recuerdo el abrazo que me dio cuando llegué a su casa de Madrid (en febrero de 1966). Aún hoy me conmueve recordar ese abrazo, al que todavía puedo sentir. Yo sabía que me abrazaba el más grande de los hombres que la política argentina había parido”, recordó el dirigente peronista Lorenzo Pepe, titular del Instituto Nacional Juan Domingo Perón. Contó que las charlas duraban horas, mientras compartían un café, un cognac o un paseo por el jardín de la residencia, acompañado de sus perros caniches, “por los que sentía locura”. Recordó que Perón le dijo: “Mire, Lorenzo, lo que usted no consiga con un abrazo difícilmente lo consiga con una trompada. Un hombre persuadido lo acompaña a su jefe hasta el final del camino, mientras que un tipo obligado se le raja en la primera esquina”.
Titular del Instituto Nacional J. D. Perón
LAS CHARLAS EN MADRID
“Aún hoy recuerdo el abrazo que me dio cuando llegué a su casa de Madrid (en febrero de 1966). Aún hoy me conmueve recordar ese abrazo, al que todavía puedo sentir. Yo sabía que me abrazaba el más grande de los hombres que la política argentina había parido”, recordó el dirigente peronista Lorenzo Pepe, titular del Instituto Nacional Juan Domingo Perón. Contó que las charlas duraban horas, mientras compartían un café, un cognac o un paseo por el jardín de la residencia, acompañado de sus perros caniches, “por los que sentía locura”. Recordó que Perón le dijo: “Mire, Lorenzo, lo que usted no consiga con un abrazo difícilmente lo consiga con una trompada. Un hombre persuadido lo acompaña a su jefe hasta el final del camino, mientras que un tipo obligado se le raja en la primera esquina”.
Taty Almeida
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora
UNA EX GORILA
“Escuché la información por la radio, y no obstante no haber votado jamás al peronismo, su muerte me impactó”, dijo Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El 1º de julio de 1974, Almeida no estaba en su casa en donde vivía –ya separada– con sus dos hijos, Fabiana y Alejandro, que sería desaparecido por la Triple A, un año después, bajo la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Almeida dice que en esa época era “gorila”, ya que pertenecía a una familia en la que la mayoría de sus miembros eran militares, incluso la familia de su esposo, y con un padre que fue gobernador de la provincia de Entre Ríos durante el gobierno de Arturo Frondizi. “Estoy segura de que desde donde esté (Alejandro) debe decir ‘mirá esta gorilita de mierda en qué se convirtió, y en buena hora’.”
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora
UNA EX GORILA
“Escuché la información por la radio, y no obstante no haber votado jamás al peronismo, su muerte me impactó”, dijo Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El 1º de julio de 1974, Almeida no estaba en su casa en donde vivía –ya separada– con sus dos hijos, Fabiana y Alejandro, que sería desaparecido por la Triple A, un año después, bajo la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Almeida dice que en esa época era “gorila”, ya que pertenecía a una familia en la que la mayoría de sus miembros eran militares, incluso la familia de su esposo, y con un padre que fue gobernador de la provincia de Entre Ríos durante el gobierno de Arturo Frondizi. “Estoy segura de que desde donde esté (Alejandro) debe decir ‘mirá esta gorilita de mierda en qué se convirtió, y en buena hora’.”
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