Algo más sobre el divorcio de Ricardo y Hermes
La fórmula de Ricardo Alfonsín y Hermes Binner, sin candidato ganador en provincia de Buenos Aires, carecía de posibilidades. Pero de todos modos el divorcio es un tema. Aqui algunos apuntes:
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Si se confirma la ruptura definitiva entre Hermes Binner y Ricardo Alfonsín y las encuestas mantienen la actual tendencia, la ceguera del socialista y la falta de tacto del radical le habrán regalado a Cristina Fernández un triunfo en 1ra. vuelta y 4 años más de gobierno.
Pocas veces en la historia argentina, y mundial, una oposición ha hecho tanto y con tanto esfuerzo para regalarle un nuevo mandato a un gobierno que va camino a su noveno año en el poder.
Y lo peor es que todos los protagonistas de la oposición creen que han hecho lo correcto, que es lo que más le conviene y lo que desean sus votantes.
En realidad, se trata de una exageración: los protagonistas de las oposiciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador han dado prioridad a los argumentos que los dividen y a las diferencias personales, lo que facilitó las reformas constituciones en los tres países a favor del oficialismo y cedió tres mandatos a Hugo Chávez y dos a Evo Morales y Rafael Correa.
Sin duda el populismo latinoamericano demostró enorme eficiencia y eficacia para conseguir, administrar y ganar poder, mientras que las oposiciones se han caracterizado por ceder a las soberbias, los principios y la ausencia de creatividad para establecer proyectos políticos alternativos.
A nivel local, toda la oposición demostró su incapacidad para comprender la realidad política, las necesidades electorales y de fijar las bases mínimas de un acuerdo para la acción.
En realidad, los protagonistas de la oposición se quedaron en las palabras como única forma de praxis política, con lo cual, dejaron de ser dirigentes políticos para convertirse en mediáticos, no muy diferentes de los participantes de un reality show.
Por actuar como mediáticos, los argumentos de los protagonistas de la oposición suenan principistas y vacíos ante un cristinismo talibán que ignora instituciones y prácticas democráticas para eternizarse en el poder.
Sin embargo, no hay que culpar a Cristina Fernández por la mediocridad de sus fútiles oponentes, ellos son víctimas de sus propias limitaciones.
Hermes Binner dice que Ricardo Alfonsín no le aporta nada, que puede crear un polo opositor fuerte y que es hora de romper la dicotomía entre peronismo y radicalismo.
Pero el socialismo no tiene poder territorial, el gobernador de Santa Fe tiene un bajísimo nivel de conocimiento, Luis Juez, en las elecciones municipales cordobesas, no sacó un solo concejal; y Margarita Stolbitzer no arrastra votos.
Con todos sus errores, Ricardo Alfonsín tiene 500 intendentes con poder territorial, tres veces más intención de votos que el socialista, un alto conocimiento y cuenta con candidatos fuertes en Córdoba y Mendoza y la alianza con Francisco de Narváez le otorga un caudal de votos que superaría lo que sacarían Fernando Pino Solanas en Ciudad de Buenos Aires y el propio Partido Socialista en Santa Fe, sumados.
Hermes Binner decidió ser cabeza de ratón en vez de cola de león y, como sostuvo en una rueda de prensa el domingo pasado, tiene más sintonía con Cristina Fernández en el gobierno que con el radicalismo si llega a acceder en el poder, confirmando su sentimiento filokirchnerista.
Pero el argumento que líder socialista no se anima a decir es que rompe con el radicalismo para tratar de retener el control de su propio territorio. Imitando a Mauricio Macri, Hermes Binner renuncia a un proyecto nacional para defender la estructura socialista santafesina, dado que ir como candidato a Vicepresidente y tener que apoyar a Francisco de Narváez, podría hacerle perder votos en su provincia.
La renuncia de Hermes Binner a formar fórmula con Ricardo Alfonsín es un guiño a la Casa Rosada para que el Frente para la Victoria no baje todo su aparato clientelar y político sobre Santa Fe y evite que Agustín Rossi desplace al socialismo del poder. Lo mismo que hacen los intendentes y gobernadores peronistas al sostener la candidatura de Cristina Fernández.
También se debe destacar el trabajo sucio a favor del gobierno que están realizando Margarita Stolbizer y FernandoSolanas. Los dos tienen el mismo problema que Mauricio Macri: carecen de candidato a presidente y prefieren acompañar en su fracaso de Hermes Binner (lo que le puede sumar votos a ambos), antes que aceptar ganar más sufragios arrastrados por un peronista como Francisco de Narváez.
Néstor Kirchner había elaborado la estrategia de dividir la oposición en la mayor cantidad de partes posibles para facilitar su ingreso a un nuevo mandato. Con su muerte, Cristina Fernández duplicó el esfuerzo por atomizar a las oposiciones e imponerse en primera vuelta. En ese sentido, el periodismo progresista ha prestado una inmensa colaboración.
Es notable como para ciertos periodistas y medios, es indigno un acuerdo entre el radical y el empresario, pero celebran una alianza perdedora por un ideologismo patológico y contraria a toda lógica política.
Para los medios y periodistas progresistas, es una afrenta el acuerdo de Ricardo Alfonsín con Francisco de Narváez, pero nada dicen de los pactos que cerró el gobierno con saadistas y barrionuevistas para ganar Catamarca, con el menemismo para retener La Rioja o con los Barones del Conurbano y fuerzas riquistas para aplastar en el conurbano bonaerense.
Mientras medios y periodistas progresistas se espantan por el comportamiento del candidato radical, nada dicen del accionar stalinista de los órganos máximos de gobierno del Partido Justicialista, de la elección a dedo de candidatos que realiza Cristina Fernández o del escandaloso envío de productos a Chubut para asegurar una buena elección del candidato kirchnerista en la provincia defenestrado de Mario das Neves.
Medios y periodistas progresistas despotrican por un acuerdo potencial entre Eduardo Duhalde y Mauricio Macri, pero celebran cuando un legislador de la Coalición Cívica se pasa al kirchnerismo, cuando en organizaciones de derechos humanos cercanas al gobierno no se investigan posibles casos de corrupción o cuando Cristina Fernández avanza a un nuevo mandato con el apoyo irrestricto de Hugo Moyano y sindicalistas que se eternizaron en sus gremios.
En medio de presiones mediáticas y de grupos empresarios, Ricardo Alfonsín deberá elegir entre el pequeño espacio para negociar que le ha dejado el socialismo o tener que buscar un acuerdo con los restos humeantes del Peronismo Federal, el macrismo y decidir si colaborará regalándole a la Casa Rosada la provincia de Santa Fe.
Para el líder radical, la decisión que tomó la cúpula socialista lo deja igual que hace un mes: cierra un acuerdo con Fernando Solanas, Margarita Stolbizer y Hermes Binner, lo que le asegura no tener votos en Buenos Aires ni en Capital Federal y no polarizar con Cristina Fernández o buscar acuerdo que le permita intentar resucitar la Unión Cívica Radical.
Pero la ruptura entre socialista y radicales y el abandono de las candidaturas presidenciales de Fernando Solanas y Mauricio Macri deja en claro que toda la oposición da por perdidas las elecciones de octubre, aún antes de hacer campaña y votar. Ese es el gran triunfo de Néstor Kirchner, el cristinismo talibán y los encuestadores oficiales.
Con la oposición atomizada y dispuesta a desperdiciar el escaso capital político que les queda y para renunciar a competir para ganar espacios de poder, quedan sólo dos incógnitas que pueden cambiar el escenario político: ¿habrá renunciado definitivamente a sus proyectos presidenciales Daniel Scioli? ¿Se animará el intendente de Tigre, Sergio Massa, a lanzar un desafío al gobernador de Buenos Aires para empujar al gobernador de Buenos Aires a competir con Cristina Fernández?
Tal como ocurre desde 1983, la oposición al peronismo surge del propio peronismo. Carlos Saúl Menem desbancó a Antonio Cafiero e impidió que Eduardo Duhalde fuera Presidente en 1999, el ex gobernador de Buenos Aires colocó a Néstor Kirchner para enfrentar a su ex compañero de fórmula, el santacruceño vació de poder al ex guardavidas y los intentos de generar un candidato del peronismo no kirchnerista pasó por Juan Manuel de la Sota y Carlos Alberto Reutemann, sin suerte en ambos casos.
Mientras Eduardo Duhalde mantiene funcionando con un pulmotor al Peronismo Federal, el peronismo no kirchnerista mira hacia Daniel Scioli, como antes se ilusionó con el ex gobernador de Córdoba y el ex piloto. Es la última opción para evitar un segundo mandato de Cristina Fernández, en especial, ahora, que la centro derecha se quedó sin candidato presidencial.
Las postulaciones de Cristina Fernández, Ricardo Alfonsín, Hermes Binner y Elisa Carrió dejaron una porción del electorado muy importante sin candidato. Eduardo Duhalde podría ocuparlo, pero su imagen gastada y rancio pasado peronista no alienta los votos de la clase media. Además, no cuenta con apoyos territoriales de peso para enfrentar al oficialismo.
Por eso, la candidatura que polarice contra Cristina Fernández, sume el voto de la centro derecha y cuenta con estructuras territoriales fuertes sólo puede provenir del peronismo e, incluso, de la propia provincia de Buenos Aires, la gran electora desde la reforma constitucional de 1994.
¿Qué gana Sergio Massa enfrentando a Daniel Scioli? Iniciar a un camino que puede llevarlo a la Casa Rosada.
¿Qué gana Daniel Scioli al enfrentar a Martin Sabbatella y Sergio Massa por retener la provincia? Nada.
Pero si el gobernador va por la candidatura presidencial y el fanático de Tigre busca La Plata, quizás, encabecen el peronismo postkirchnerista.
¿Qué gana Daniel Scioli al enfrentar a Martin Sabbatella y Sergio Massa por retener la provincia? Nada.
Pero si el gobernador va por la candidatura presidencial y el fanático de Tigre busca La Plata, quizás, encabecen el peronismo postkirchnerista.
Queda un mes para el cierre de listas. Cristina Fernández puede descansar: la oposición hizo todo lo posible para dejarla cuatro años más en la Casa Rosada. Falta ver qué hará el peronismo de paladar negro, que no se siente ni kirchnerista ni cristinista talibán y sabe que puede desaparecer.
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