Contrastes entre Córdoba y Santa Fe
La reforma aplicada en Córdoba sólo es electoral, y no incluye la parte política (internas abiertas y voto de preferencia, entre otros aspectos). Antonio María Hernández.
- 29/05/2011 00:01 | Antonio María Hernández (Ex diputado constituyente - 1994)
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Estuve como observador en los comicios del anterior domingo en Santa Fe. Por primera vez se utilizaba en esa provincia la boleta única en una elección primaria abierta, simultánea y obligatoria, para designar los candidatos de los diferentes partidos.
En Santa Fe abandonaron el sistema de ley de lemas, de penosas consecuencias en materia política y electoral, y adoptaron el actual sistema, que en esencia consiste en que el pueblo es el que elige los candidatos que competirán en los comicios para cargos provinciales, municipales y comunales, en lugar del “dedo” de las oligarquías partidarias, que exhibe la falta de democracia interna dentro de los partidos.
Las principales fuerzas políticas –el peronismo y la alianza entre socialistas y radicales– tenían cuatro candidatos a gobernador cada una y hasta seis listas de postulantes a diputados, lo que resolvió la votación popular con gran legitimidad democrática, y con la particularidad de que la más votada fue María Eugenia Bielsa –candidata a legisladora provincial por el peronismo–, que superó incluso los sufragios que lograron los candidatos a gobernador.
Qué pasa en Córdoba. La Constitución de la Provincia de Córdoba establece en el artículo 104, inciso 22, la obligación de regular las internas abiertas, obligatorias y simultáneas para la selección de los candidatos de los partidos. Pero la mal llamada “reforma político-electoral” sancionada por el oficialismo en la Legislatura desconoció una norma constitucional de gran trascendencia, y permitió la continuidad de las viejas prácticas.
Asimismo, el artículo 78, inciso 2d, establece el voto de preferencia para la elección de los legisladores por distrito único, en reconocimiento de otra libertad y derecho para los electores, quienes pueden modificar el orden de las candidaturas. Esto también fue omitido por la mencionada legislación.
No obstante que los cordobeses tenemos normas constitucionales más modernas (reformas de 1987 y de 2001), los santafesinos han avanzado más en la firme decisión de mejorar su cultura política democrática a través de las primarias abiertas y simultáneas, que fueran aprobadas cuando gobernaba Jorge Obeid.
Durante la gobernación del socialista Hermes Binner, que sucedió al justicialista Obeid, se sancionó la ley 13.156, que estableció el sistema de boleta única y la unificación del padrón electoral. En su aplicación, se dividieron las boletas únicas por colores, según correspondieran a las candidaturas a gobernador, diputados, senador, intendente y concejales, lo que permitió una gran libertad a los electores, que evitó el efecto “arrastre” de las postulaciones.
En la última elección participó el 72 por ciento del padrón, con una valoración que puede considerarse como muy positiva. A ello contribuyó la eficaz tarea de información y capacitación de la ciudadanía efectuada por la Justicia Electoral con la participación de los maestros, quienes incluso realizaron simulacros electorales con los propios alumnos, en una ponderable educación cívica.
En contraste, aquí en Córdoba se debe recordar que, como consecuencia de los graves problemas de la elección de 2007, el gobernador designó a una Comisión de Expertos para la Reforma Política, que culminó con la redacción del informe titulado “Así no va más”, que fuera publicado como un libro por las universidades Nacional y Católica de Córdoba.
Allí se propuso una muy profunda reforma político-electoral, que abarcaba tanto una reforma constitucional –con 17 puntos a debatir, en los que se destacaba la aplicación de un Poder Legislativo Unicameral o Bicameral– como el sistema electoral para elegir gobernador y vice y a los legisladores, mediante reformas o sanciones de 35 normas.
Poco de ello fue utilizado por el oficialismo, que descartó toda reforma constitucional y aprobó en 2008 las leyes 9.571 y 9.572, con sólo algunas de las propuestas legislativas efectuadas, entre ellas la boleta única, la prohibición de la sumatoria de votos y lo vinculado al financiamiento de las campañas.
O sea que aquella reforma sólo alcanzó casi específicamente a lo electoral y se dejaron de lado los aspectos más profundos de la reforma política, los que pueden volver a originar problemas en el futuro, similares a lo vivido en 2007.
A ello debe agregarse la violación de la ley suprema, que obligaba a reglamentar las internas abiertas, simultáneas y obligatorias para la selección de los candidatos de los partidos y el voto de preferencia.
Pero en este proceso de decadencia y baja calidad institucional, faltaba algo más: se introdujo una modificación en el uso del casillero de la “lista completa” en la boleta única para facilitar el efecto “arrastre”, lo que produce otro contraste con la implementación efectuada por los santafesinos y que ya está produciendo efectos negativos, según lo han expuesto los periodistas Javier Cámara y Roberto Battaglino, en sendos artículos publicados en La Voz del Interior el 22 y 25 de mayo últimos.
A ello se sumó la más que criticable modificación en cuanto al procedimiento electoral y a la creación del Tribunal Electoral ad hoc y de una Cámara Electoral ad hoc . Y, finalmente, por la ley 9.839 se dejaron en suspenso importantes normas sancionadas en 2008, que terminaron de reducir la reforma electoral de Córdoba.
Ante esta situación, se debe hacer ahora un considerable esfuerzo por parte de la Justicia Electoral y los partidos políticos para avanzar en una campaña de información y capacitación del electorado, a fin de que el acto comicial con boleta única sea exitoso, porque es un paso adelante en la materia, más allá de su defectuosa implementación.
Para el futuro, reiteramos nuestra convicción acerca de la imperiosa necesidad de concretar una reforma político-electoral verdaderamente en serio en Córdoba.
En Santa Fe abandonaron el sistema de ley de lemas, de penosas consecuencias en materia política y electoral, y adoptaron el actual sistema, que en esencia consiste en que el pueblo es el que elige los candidatos que competirán en los comicios para cargos provinciales, municipales y comunales, en lugar del “dedo” de las oligarquías partidarias, que exhibe la falta de democracia interna dentro de los partidos.
Las principales fuerzas políticas –el peronismo y la alianza entre socialistas y radicales– tenían cuatro candidatos a gobernador cada una y hasta seis listas de postulantes a diputados, lo que resolvió la votación popular con gran legitimidad democrática, y con la particularidad de que la más votada fue María Eugenia Bielsa –candidata a legisladora provincial por el peronismo–, que superó incluso los sufragios que lograron los candidatos a gobernador.
Qué pasa en Córdoba. La Constitución de la Provincia de Córdoba establece en el artículo 104, inciso 22, la obligación de regular las internas abiertas, obligatorias y simultáneas para la selección de los candidatos de los partidos. Pero la mal llamada “reforma político-electoral” sancionada por el oficialismo en la Legislatura desconoció una norma constitucional de gran trascendencia, y permitió la continuidad de las viejas prácticas.
Asimismo, el artículo 78, inciso 2d, establece el voto de preferencia para la elección de los legisladores por distrito único, en reconocimiento de otra libertad y derecho para los electores, quienes pueden modificar el orden de las candidaturas. Esto también fue omitido por la mencionada legislación.
No obstante que los cordobeses tenemos normas constitucionales más modernas (reformas de 1987 y de 2001), los santafesinos han avanzado más en la firme decisión de mejorar su cultura política democrática a través de las primarias abiertas y simultáneas, que fueran aprobadas cuando gobernaba Jorge Obeid.
Durante la gobernación del socialista Hermes Binner, que sucedió al justicialista Obeid, se sancionó la ley 13.156, que estableció el sistema de boleta única y la unificación del padrón electoral. En su aplicación, se dividieron las boletas únicas por colores, según correspondieran a las candidaturas a gobernador, diputados, senador, intendente y concejales, lo que permitió una gran libertad a los electores, que evitó el efecto “arrastre” de las postulaciones.
En la última elección participó el 72 por ciento del padrón, con una valoración que puede considerarse como muy positiva. A ello contribuyó la eficaz tarea de información y capacitación de la ciudadanía efectuada por la Justicia Electoral con la participación de los maestros, quienes incluso realizaron simulacros electorales con los propios alumnos, en una ponderable educación cívica.
En contraste, aquí en Córdoba se debe recordar que, como consecuencia de los graves problemas de la elección de 2007, el gobernador designó a una Comisión de Expertos para la Reforma Política, que culminó con la redacción del informe titulado “Así no va más”, que fuera publicado como un libro por las universidades Nacional y Católica de Córdoba.
Allí se propuso una muy profunda reforma político-electoral, que abarcaba tanto una reforma constitucional –con 17 puntos a debatir, en los que se destacaba la aplicación de un Poder Legislativo Unicameral o Bicameral– como el sistema electoral para elegir gobernador y vice y a los legisladores, mediante reformas o sanciones de 35 normas.
Poco de ello fue utilizado por el oficialismo, que descartó toda reforma constitucional y aprobó en 2008 las leyes 9.571 y 9.572, con sólo algunas de las propuestas legislativas efectuadas, entre ellas la boleta única, la prohibición de la sumatoria de votos y lo vinculado al financiamiento de las campañas.
O sea que aquella reforma sólo alcanzó casi específicamente a lo electoral y se dejaron de lado los aspectos más profundos de la reforma política, los que pueden volver a originar problemas en el futuro, similares a lo vivido en 2007.
A ello debe agregarse la violación de la ley suprema, que obligaba a reglamentar las internas abiertas, simultáneas y obligatorias para la selección de los candidatos de los partidos y el voto de preferencia.
Pero en este proceso de decadencia y baja calidad institucional, faltaba algo más: se introdujo una modificación en el uso del casillero de la “lista completa” en la boleta única para facilitar el efecto “arrastre”, lo que produce otro contraste con la implementación efectuada por los santafesinos y que ya está produciendo efectos negativos, según lo han expuesto los periodistas Javier Cámara y Roberto Battaglino, en sendos artículos publicados en La Voz del Interior el 22 y 25 de mayo últimos.
A ello se sumó la más que criticable modificación en cuanto al procedimiento electoral y a la creación del Tribunal Electoral ad hoc y de una Cámara Electoral ad hoc . Y, finalmente, por la ley 9.839 se dejaron en suspenso importantes normas sancionadas en 2008, que terminaron de reducir la reforma electoral de Córdoba.
Ante esta situación, se debe hacer ahora un considerable esfuerzo por parte de la Justicia Electoral y los partidos políticos para avanzar en una campaña de información y capacitación del electorado, a fin de que el acto comicial con boleta única sea exitoso, porque es un paso adelante en la materia, más allá de su defectuosa implementación.
Para el futuro, reiteramos nuestra convicción acerca de la imperiosa necesidad de concretar una reforma político-electoral verdaderamente en serio en Córdoba.
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