domingo, 29 de mayo de 2011

Política

La orfandad de la centroderecha

Mientras la oferta electoral sigue el pulso de una ciudadanía seducida por el progresismo, la centroderecha no tiene quién la represente. Los resultados de Del Sel en Santa Fe mostraron que hay un enorme nicho electoral desatendido, más aún con la decisión de Macri de bajarse de la pelea nacional
Por Ricardo Carpena

Domingo 29 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
La orfandad de la centroderecha
Foto Archivo / SHUTTERSTOCK / ARTE DE TAPA: SILVINA NICASTRO
¿Centroderecha? No uso, gracias". Parece un chiste malo, pero es lo más parecido a la fotografía que puede sacarse hoy del ánimo ideológico del votante medio argentino.
Cristina Kirchner, Ricardo Alfonsín, Elisa Carrió y Hermes Binner, algunas de las principales figuras que podrían confirmar sus candidaturas presidenciales, están identificados con la centroizquierda. Y Mauricio Macri, el principal dirigente de la centroderecha que podría haber equilibrado ese pelotón progresista, decidió archivar su proyecto presidencial, atrincherarse políticamente en la ciudad de Buenos Aires y, así, dejar a un importante sector de la sociedad argentina sin referente alguno que pueda convertirse en una real alternativa de poder en los comicios del 23 de octubre.
¿Quién representa hoy a la centroderecha? La última gran esperanza que transitó ese andarivel como candidato presidencial fue Ricardo López Murphy, pero pasó de salir tercero, con tres millones de votos en las elecciones de 2003, a lograr apenas el sexto puesto, con apenas el 1,45% de los sufragios, en los comicios de 2007. ¿Adónde se fueron esos millones de votantes? ¿Y adónde irán ahora, cuando están completamente huérfanos en materia de liderazgo a nivel nacional?
Imprevistamente, hace una semana, uno de los resultados de las elecciones primarias en Santa Fe estimuló a muchos analistas políticos y dejó al borde de la euforia a algunos dirigentes del espectro "moderado": la muy buena elección del actor cómico y candidato de Pro Miguel del Sel, que fue uno de los tres más votados individualmente, con apenas 35.000 votos menos que el kirchnerista Agustín Rossi, podría revelar que la centroderecha quizá sea todavía un enorme y desatendido nicho electoral.
El problema es que la misma categoría de centroderecha aparece públicamente desdibujada, como una maldición de la que se quieren escapar casi todos los políticos, como un rótulo vergonzante, al que se lo visualiza como "piantavotos", asociado con la cerrada defensa del neoliberalismo, la represión, la dictadura militar, la flexibilización laboral y las relaciones carnales con los Estados Unidos.
El politólogo Guillermo O'Donnell cree que "Macri se bajó un poco apresuradamente" de su proyecto presidencial y que esa decisión fue "un golpe muy fuerte" para ese sector, pero afirma que en el país "hay espacio para un líder a la manera del chileno Sebastián Piñera, que encarne ciertos valores de centroderecha con un discurso razonable". Aun así, no está convencido de que el caso de Del Sel en Santa Fe sea indicativo de que está oculto un gran electorado de centroderecha: "Es cierto que hay un enorme polo de insatisfacción desatendido hasta ahora, que en este caso benefició a Del Sel, pero es un error pensar que sea mayoritariamente de centroderecha. Ese polo puede ser también de centro, incluso de centroizquierda. En las elecciones presidenciales habrá que ver qué oferta electoral puede recoger mejor eso".
Para el historiador Marcos Novaro, lejos de la teoría del "factor vergonzante", existe espacio en la opinión pública para sostener expresiones políticas de centroderecha. "No por nada -explica- varias de las principales preocupaciones de la opinión pública tienen que ver con temas que aluden a la falta de orden, la falta de reglas (como seguridad, inflación), temas que a la centroderecha le resultan por naturaleza más fáciles de expresar que a la centroizquierda".
Y agrega un elemento para el análisis: "El problema está en los actores organizados y el sistema político. Los actores que tradicionalmente han sido articuladores de representaciones de centroderecha -el empresariado, la Iglesia católica, las estructuras partidarias de las provincias social y culturalmente más atrasadas- han sido desarticulados o cooptados desde el poder central, que les ha quitado asientos a otras construcciones políticas eventualmente capaces de expresar y organizar esa opinión. Si uno advierte los motivos por los que Macri desistió de su candidatura presidencial, podría hacer una lista: disciplina peronista en las provincias, sobre todo en las periféricas, renuencia del empresariado a financiarlo e imposibilidad de competir con un presupuesto estatal de publicidad cercano a los 1000 millones de pesos".
El ideario liberal al poder
Cuando uno piensa en la centroderecha argentina, el referente más claro -y uno de los más polémicos- después del regreso de la democracia fue Alvaro Alsogaray, responsable de que su agrupación, la Unión de Centro Democrático (Ucedé), pasara de apenas 25.263 votos en las elecciones de 1983 a cosechar 1.150.603 en las de 1989, en los que ganó un Carlos Menem que triunfó como el peronista más ortodoxo y comenzó a gobernar como ningún liberal lo había soñado hasta entonces.
La sociedad política entre Menem y Alsogaray, que incluyó el ascenso de María Julia, la célebre hija del economista, llevó parte del ideario liberal al poder, con las privatizaciones de empresas públicas como mascarón de proa, pero dejó a la centroderecha más como una línea interna del PJ que con identidad propia. "Hoy no hay liderazgos de centroderecha -destaca la politóloga María Matilde Ollier- y esto me lleva a recordar cómo Alsogaray, que tuvo su millón de votos, fue cooptado por el menemismo y así se perdió la oportunidad de organizar una centroderecha democrática."
"En países con una institucionalización tan débil, y en contextos de alta personalización de la política, el rol de liderazgo es importante -agrega-. Y un liderazgo fuerte hubiese mantenido ese perfil de centroderecha democrático y quizá hubiera conseguido, a casi 30 años de democracia, una fuerza política importante. Aunque también es difícil porque hemos retrocedido en la conformación partidaria. ¿Cuánto interviene el PJ en las decisiones del peronismo? Poco y nada. ¿Por qué se revitaliza el radicalismo? Porque aparecen liderazgos, Julio Cobos primero y Ricardo Alfonsín después. Y Macri hubiera representado un liderazgo importante a nivel nacional, quizá el más potente desde 1983. Sin él, la centroderecha queda huérfana de liderazgos y esa orfandad es importante a la hora de la construcción política".
Ni Macri ni sus seguidores, de todas formas, se reconocen como de centroderecha. Hay mucho de esa maldición de la que huyen en las filas de Pro, pero también la convicción, casi unánime en ese sector, de que las ideologías no pesan como antes. Lo explica Hernán Lombardi, que proviene del radicalismo de izquierda y hoy es ministro de Cultura y Turismo del gobierno porteño: "Las categorías de centroizquierda y centroderecha en la Argentina tienen, por lo menos, un signo de interrogación. Habría que ver más en profundidad qué significan esas categorías analíticas, que hoy van de la mano del problema de la representación. Es cierto que hay una opinión en la Argentina que está subrepresentada, pero no me animaría a catalogarla de centroderecha porque tampoco me animo a catalogar al kirchnerismo de progresista".
El funcionario macrista tampoco cree que algunos valores tradicionales de la centroderecha, como el orden, la seguridad y el libre mercado, queden a la deriva por la ausencia de un líder fuerte que los defienda. "Hay un espacio vacante en términos de la representación de ciertas ideas. Por ejemplo, me resisto a hablar en términos del orden: ¿o acaso el orden no era importante para los soviéticos? Y para Fidel Castro también es importante. Acá se subvierte todo. Tiendo a pensar más bien en términos de más o menos institucionalidad. El real paradigma es: pensamientos que le dan más importancia a las metodologías institucionales o pensamientos que le dan más importancia a metodologías caudillistas-populistas. Y el populismo puede ser de izquierda o de derecha."
En la misma línea, Ollier advierte: "No voy a hablar de la muerte de las ideologías porque no sé si es así, pero sí, aunque sea una obviedad, que el mundo ha cambiado mucho, las tecnologías han transformado todo, y la izquierda y la derecha, como las conocimos, no existen más". Y añade: "¿A la gente alguna vez le importó este tema? Cuando en 1946 a Perón lo votaron obreros socialistas, ¿estaban preocupados por la izquierda y la derecha? ¿Para qué sirven esas categorías? ¿Tengo muchas dudas. Sí aceptaría que se dijera que hay algún grupo político con más sensibilidad popular, social, y otro grupo con menos".
También, como a Lombardi, le parece que es un prejuicio pensar que el reclamo por el orden esté vinculado con la centroderecha. "Estos prejuicios tienen que ver con discusiones nunca hechas como, por ejemplo, qué significa el orden democrático. Está claro que los autoritarismos de derecha y de izquierda han privilegiado el orden. Pero el tema del orden debería ser del conjunto de la sociedad. Y después vienen las discusiones acerca de cómo implementamos ese orden, cuál nos gusta más, pero el orden es constitutivo para que funcione una sociedad, y eso, en realidad, es tanto de izquierda como de derecha".
El que aporta una visión menos pesimista de la centroderecha argentina es Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, para quien "si las elecciones fueran hoy, Cristina Kirchner sería la más votada y Ricardo Alfonsín, el segundo. Entre ambos, podrían sumar dos tercios de los votos, con un discurso de centroizquierda. Y si hoy se votara en la provincia de Buenos Aires, que representa el 40% de los votos del país, el primer lugar lo tendría Daniel Scioli, el segundo Francisco De Narváez y el tercero, si se presentara, Sergio Massa. Los tres tienen inserción en el peronismo, pero los tres o son de centroderecha o del peronismo moderado. Los tres se definieron públicamente contra el bloqueo de los diarios realizada por los militantes de Moyano. Es decir que si hoy se votara en el principal distrito del país, el 80% lo haría por candidatos de centro o más bien de centroderecha. En el segundo distrito del país, que es la ciudad de Buenos Aires, con el 11% de los votos, la mitad de los votantes está hoy votando por un candidato de centroderecha como es el caso de Mauricio Macri".
Fraga destaca que incluso el peronismo de algunas provincias, como Salta, muestra una tendencia en la misma dirección. "El gobernador Urtubey no sólo mostró su independencia respecto de la Casa Rosada, sino que incluso recibió a Mario Vargas Llosa, confirmando una posición que bien podría ser definida como de centroderecha en el ámbito nacional".
"La paradoja es que quizá nunca la elección presidencial mostró una tendencia tan marcada hacia el centroizquierda, cuando en los dos distritos más importantes nunca se registró una tendencia tan marcada hacia la centroderecha", añade el analista político.
Fraga piensa que "la sociedad argentina hoy está lejos de apoyar un modelo de centroizquierda populista, como el de Hugo Chávez en Venezuela, pero tampoco se inclina por uno de centroderecha, como el de Piñera en Chile, sino que prefiere un proyecto de centro como el de Lula y Dilma en Brasil". "Este tipo de modelo no podía ser representado por Macri -agrega-, pero sí por candidaturas moderadas en el peronismo y el radicalismo. Pero un conjunto de circunstancias políticas, como la muerte de Néstor Kirchner, la falta de voluntad de los protagonistas y la crisis del sistema de partidos, impidieron que así sea."
Y sin Macri como candidato presidencial ni líder fuerte de la centroderecha, ¿qué les espera a los que no quieren votar ninguna de las alternativas "progresistas"? Lombardi cree que es la hora de apostar a las coaliciones, anticipándose, sin dar más pistas, a las negociaciones que está desarrollando Macri en estas horas: "Se necesita una alternativa con capacidad de gobernar. Para construir una República necesitás alternativas, no oposición solamente. Giovanni Sartori cree que una de las condiciones básicas para la existencia de la República es que tengas alternativas con capacidad de gobernar, que sean en verdad electoralmente creíbles y que, además, el sistema se convenza de que esa alternativa puede gobernar. Después de 2001, eso está en claro cuestionamiento. El gran deber de hoy es construir esa alternativa. Y pasa naturalmente por las coaliciones".
Para el ministro macrista, además, "la alternativa debe atarse más al futuro que al pasado. El problema es que se suele atar más a un modelo defensivo ante un sistema muy agresivo que aplica en forma permanente el Gobierno. ¿Qué es atarse al futuro? Buscar las coincidencias sobre el largo plazo y los próximos 50 años".
¿Quién se quedará con el reinado electoral y político de ese segmento de centroderecha, que, según estima O'Donnell, representa un 15 o 20 por ciento de la sociedad? Es la pregunta más dificil de responder. El ascenso político de Del Sel era, hasta hace unos meses, más digno de imaginar como un sketch de los Midachi. Hoy es la esperanza seria de quienes imaginan que tanto en Santa Fe como en otros distritos importantes del país existe una minoría silenciosa, pero decisiva, que desmentiría esa creciente sensación de que la centroderecha está más huérfana que nunca.
© LA NACION
UN ESPACIO DESDIBUJADO
En su nuevo libro La Argentina bipolar, que acaba de editar Sudamericana, el prestigioso sociólogo Manuel Mora y Araujo le dedica parte de un capítulo a analizar "el futuro de la derecha", cuyo espacio en la política local considera "desdibujado". "A partir de Perón -afirma-, el conservadorismo argentino fue herido para no recuperarse más; una parte de él se incorporó al peronismo y otra militó en contra; ambas fueron generalmente débiles. Existe una imagen, que por cierto no es incorrecta, que adjudica al conservadorismo político argentino haber apostado sus fichas a los gobiernos militares. En la medida en que eso fue así, eso contribuyó a adormecer sus instintos electorales. Pero después de 1955 apareció en la escena una derecha más urbana, centrada esencialmente en la ciudad de Buenos Aires, que trató de definir un espacio político distinto al del conservadorismo histórico. (...) Recientemente aparecieron en escena dos fenómenos novedosos: el Pro, liderado por Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, y el caso, aun más difícil de definir, de Francisco De Narváez en la provincia de Buenos Aires. Las imágenes dominantes en el público los ven circulando por la zona fronteriza entre el peronismo y la centroderecha. La trayectoria política muy reciente de estos dirigentes y las señales programáticamente poco definidas que tienden a emitir hacen difícil localizarlos firmemente en algún espacio; al igual que ocurre con Elisa Carrió, es difícil pronosticar cuál será la suerte de los proyectos que hoy encarnan. Ante un electorado que se ha despolitizado en alto grado, que ha perdido la sensación de encanto que podían producir los paquetes ideológicos en el pasado, que no tiene demasiado claro cuáles son sus intereses y, sobre todo, cómo éstos podrían expresarse en políticas públicas alternativas, el futuro de esos proyectos depende menos de factores previsibles o estructurales que de factores más coyunturales, como la comunicación política, el marketing electoral y su posicionamiento a los ojos de los votantes, o los avatares de la política. Hoy no se vislumbra un futuro político de la derecha argentina disociado del espacio donde se mueve el peronismo (en sus vertientes más afines a ese lado del espectro que a la izquierda). Muchos ciudadanos que se mantienen en la tradición liberal, sin sentirse identificados con la derecha, pueden encontrar razones para dar su voto a ese centroderecha filoperonista, en otras a candidatos radicales o filorradicales, pero carecen de una expresión política propia."

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