Luces de precaución para el Gobierno
Las internas de Santa Fe han modificado el panorama político nacional. No hubo una avalancha de votos hacia el kirchnerismo. La situación en otros distritos electorales.
Por Carlos Sachetto - csachetto@losandes.com.ar
Los cambios de clima, en política, suelen estar motivados por acontecimientos que impactan con fuerza en la sociedad. Generalmente esos hechos eran imprevisibles al momento de suceder y hacen que la sorpresa opere como un factor desencadenante del cambio. Para mencionar sólo al más reciente ejemplo, es el caso del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner. Desde ese día, todo fue distinto en la política argentina.
En la última semana no han ocurrido hechos excepcionales ni han aparecido bisagras determinantes en el proceso que nos llevará al tramo final del calendario electoral. Sin embargo, un pequeño conjunto de episodios ha logrado modificar o al menos poner en duda lo que muchos creían irreversible. La arrasadora euforia triunfalista que difundía el kirchnerismo ya no parece tener la misma fuerza. En el Gobierno han comenzado a advertirse, en cambio, señales de preocupación.
Una seguidilla
Veamos las causas de esa inquietud, en base a los análisis que se hacen en la propia Casa Rosada. Las elecciones internas de la provincia de Santa Fe mostraron la inexistencia de una supuesta avalancha de votos a favor de quienes representan el pensamiento y la acción de la presidenta Cristina Fernández. La suma de las adhesiones que cosecharon los dos alfiles kirchneristas, Agustín Rossi y Rafael Bielsa, no alcanzan para ilusionarse y pensar que se podrá recuperar con facilidad la provincia.
En la "mesa de arena" del Gobierno nacional descuentan que el socialismo se encolumnará disciplinadamente detrás de su candidato, Antonio Bonfatti. Pero no piensan lo mismo del peronismo. Consideran que es improbable que los sectores de centroderecha que han seguido desde siempre a Carlos Reutemann, y muchos de los que votaron al intendente de Rafaela, Omar Perotti, ahora apoyen a Rossi. Al humorista Miguel Del Sel no le alcanzaría para ganar pero sería el destinatario de esos sufragios, convirtiéndose en una aspiradora de peronistas descontentos.
Lo que consiguieron las primarias santafesinas fue abrir una grieta en el "ya ganamos" que construyó el kirchnerismo, y despertar la esperanza en quienes desde la oposición intentan -todavía torpe e infructuosamente- construir una alternativa de poder. ¿Qué sucederá si Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, tres de los cuatro distritos más importantes, muestran ese nivel de oposición, antes de llegar a la presidencial de octubre? Para compensar, ¿cuál debería ser la diferencia a obtener por Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires?
El territorio bonaerense tampoco se anticipa como un "paseo" oficialista. El kirchnerismo, ya se ha dicho desde aquí, lamenta la ausencia de un candidato de la centroderecha como era Mauricio Macri. Presumen que los votos de ese sector de la sociedad, aun puestos "tapándose la nariz", irán a cualquiera, menos a Cristina. Son los que votarán en contra de la Presidenta para restar y no para favorecer a alguien.
Esas encuestas
Además de los resultados de las internas en Santa Fe, ocurrieron otros hechos que la Casa Rosada no consideró positivos. Los habituales sondeos de opinión que lee el Gobierno notificaron a los estrategas oficiales que el discurso del 25 de Mayo que Cristina pronunció en el Chaco no tuvo el nivel de aceptación acostumbrado. La insistencia de la Presidenta en recordarlo a "él" (por su extinto esposo) en cada mensaje público, el luto y el consiguiente y repetido quiebre emocional, parecen haber comenzado a ser demasiado previsibles y a alejarse del interés de las audiencias. Eso contrastó con la ausencia de referencias a la fecha patria.
Los aumentos de precios que engordan una inflación que el Gobierno no reconoce pero quiere alejar de la fecha de las elecciones, y el conflicto con Brasil que pone en riesgo la actividad de buena parte de la industria de intercambio, se sumaron a la columna del debe en el balance semanal. También el debate que generó la presencia de la ensayista Beatriz Sarlo en el programa 6,7,8, que es emblema de la propaganda oficial. Hubo descontento y cruces de reproches entre quienes encarnan el sostén intelectual y hasta ahora pregonaban el triunfo en la "batalla cultural" que dice librar el kirchnerismo.
Todos estos hechos, que aislados e individualmente pueden no ser significativos, edificaron parte de ese nuevo clima político que ahora se percibe. En el propio Gobierno incluyen en la lista de adversidades el mensaje del cardenal Jorge Bergoglio en el Tedéum de la Catedral metropolitana el 25 de Mayo. Cuentan en la Casa Rosada que fue la Presidenta quien primero se indignó con los dichos del prelado, confirmando que la relación con la Iglesia Católica permanece en el camino de los desencuentros.
Eso a pesar de que Cristina, tras la pérdida de su compañero, viene mostrando una apertura espiritual que la ha acercado más al pensamiento religioso. Algunos allegados aseguran que su vínculo personal con Dios ya no es solamente su preciosa y numerosa colección de rosarios.
En la última semana no han ocurrido hechos excepcionales ni han aparecido bisagras determinantes en el proceso que nos llevará al tramo final del calendario electoral. Sin embargo, un pequeño conjunto de episodios ha logrado modificar o al menos poner en duda lo que muchos creían irreversible. La arrasadora euforia triunfalista que difundía el kirchnerismo ya no parece tener la misma fuerza. En el Gobierno han comenzado a advertirse, en cambio, señales de preocupación.
Una seguidilla
Veamos las causas de esa inquietud, en base a los análisis que se hacen en la propia Casa Rosada. Las elecciones internas de la provincia de Santa Fe mostraron la inexistencia de una supuesta avalancha de votos a favor de quienes representan el pensamiento y la acción de la presidenta Cristina Fernández. La suma de las adhesiones que cosecharon los dos alfiles kirchneristas, Agustín Rossi y Rafael Bielsa, no alcanzan para ilusionarse y pensar que se podrá recuperar con facilidad la provincia.
En la "mesa de arena" del Gobierno nacional descuentan que el socialismo se encolumnará disciplinadamente detrás de su candidato, Antonio Bonfatti. Pero no piensan lo mismo del peronismo. Consideran que es improbable que los sectores de centroderecha que han seguido desde siempre a Carlos Reutemann, y muchos de los que votaron al intendente de Rafaela, Omar Perotti, ahora apoyen a Rossi. Al humorista Miguel Del Sel no le alcanzaría para ganar pero sería el destinatario de esos sufragios, convirtiéndose en una aspiradora de peronistas descontentos.
Lo que consiguieron las primarias santafesinas fue abrir una grieta en el "ya ganamos" que construyó el kirchnerismo, y despertar la esperanza en quienes desde la oposición intentan -todavía torpe e infructuosamente- construir una alternativa de poder. ¿Qué sucederá si Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, tres de los cuatro distritos más importantes, muestran ese nivel de oposición, antes de llegar a la presidencial de octubre? Para compensar, ¿cuál debería ser la diferencia a obtener por Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires?
El territorio bonaerense tampoco se anticipa como un "paseo" oficialista. El kirchnerismo, ya se ha dicho desde aquí, lamenta la ausencia de un candidato de la centroderecha como era Mauricio Macri. Presumen que los votos de ese sector de la sociedad, aun puestos "tapándose la nariz", irán a cualquiera, menos a Cristina. Son los que votarán en contra de la Presidenta para restar y no para favorecer a alguien.
Esas encuestas
Además de los resultados de las internas en Santa Fe, ocurrieron otros hechos que la Casa Rosada no consideró positivos. Los habituales sondeos de opinión que lee el Gobierno notificaron a los estrategas oficiales que el discurso del 25 de Mayo que Cristina pronunció en el Chaco no tuvo el nivel de aceptación acostumbrado. La insistencia de la Presidenta en recordarlo a "él" (por su extinto esposo) en cada mensaje público, el luto y el consiguiente y repetido quiebre emocional, parecen haber comenzado a ser demasiado previsibles y a alejarse del interés de las audiencias. Eso contrastó con la ausencia de referencias a la fecha patria.
Los aumentos de precios que engordan una inflación que el Gobierno no reconoce pero quiere alejar de la fecha de las elecciones, y el conflicto con Brasil que pone en riesgo la actividad de buena parte de la industria de intercambio, se sumaron a la columna del debe en el balance semanal. También el debate que generó la presencia de la ensayista Beatriz Sarlo en el programa 6,7,8, que es emblema de la propaganda oficial. Hubo descontento y cruces de reproches entre quienes encarnan el sostén intelectual y hasta ahora pregonaban el triunfo en la "batalla cultural" que dice librar el kirchnerismo.
Todos estos hechos, que aislados e individualmente pueden no ser significativos, edificaron parte de ese nuevo clima político que ahora se percibe. En el propio Gobierno incluyen en la lista de adversidades el mensaje del cardenal Jorge Bergoglio en el Tedéum de la Catedral metropolitana el 25 de Mayo. Cuentan en la Casa Rosada que fue la Presidenta quien primero se indignó con los dichos del prelado, confirmando que la relación con la Iglesia Católica permanece en el camino de los desencuentros.
Eso a pesar de que Cristina, tras la pérdida de su compañero, viene mostrando una apertura espiritual que la ha acercado más al pensamiento religioso. Algunos allegados aseguran que su vínculo personal con Dios ya no es solamente su preciosa y numerosa colección de rosarios.
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