Del socialismo a Midachi
Por Martín Lousteau
Especial para lanacion.com
Lunes 30 de mayo de 2011 | 08:49 (actualizado a las 10:17)
Ya se conocen las cifras totales de la elección santafesina. En el caso de las fórmulas para gobernador y vice, el 42,7% votó en la interna del Frente Santa Fe Para Todos que obtuvo 22.000 votos más que el Frente Progresista Cívico y Social. Sin embargo, a nivel individual, el más votado fue el ganador de este último frente, Antonio Bonfatti, que con 292.000 votos superó a Rossi también por una diferencia de 22.000. Tercero en este ranking personal resultó Miguel Del Sel con 235.000. Ellos tres serán los contendientes principales a gobernador el próximo 24 de julio.Se han hecho diversas lecturas de estos resultados, dependiendo de la óptica del observador. Los kirchneristas destacan que la interna en la que se impusieron fue la más concurrida y que las cifras obtenidas por Rossi y Bielsa demuestran una significativa reconciliación del gobierno nacional con los sectores rurales. Por el contrario, algunos antikirchneristas prefieren destacar la señal de moderación que el electorado parece haber enviado al otorgar un apoyo importante al espacio que compartieron socialistas y radicales, a Omar Perotti -el muy buen intendente peronista de Rafaela- y a Del Sel. Y los macristas se entusiasman con el desempeño de su candidato. Todas estas perspectivas pueden ser interesantes tanto para diseñar como para analizar las campañas que se avecinan. Pero hay bastante más elementos para destacar de lo ocurrido en Santa Fe.
El primero de ellos es la reivindicación de las internas abiertas y obligatorias. Sufragaron más de 1.764.000 personas, lo que implica un nivel de participación del 72,5%. Compárese ello con las magras cifras que venía mostrando hasta su cancelación la interna secuencial del Peronismo Federal entre Duhalde y Rodriguez Saa. La instancia adicional que conllevan las internas abiertas permite a los ciudadanos manifestar preferencias que contribuyen a ordenar y estabilizar el sistema político: los triunfadores salen fortalecidos por el voto pero, para mejorar su oferta electoral, es fundamental que decodifiquen las señales enviadas por el electorado hacia dentro de cada espacio. En el caso de Santa Fe también debutó con éxito la boleta única. Y hace siete años se había derogado de la Ley de Lemas, lo que permitió al socialismo acceder finalmente a la gobernación en 2007. Se trata de un claro proceso de superación institucional.
La elección también mostró las muy disímiles caras que pueden adoptar nuestros partidos políticos hoy en día. Y se trata de una revelación significativa porque es imposible que una democracia funcione bien si sus partidos políticos no lo hacen.
Idealmente, éstos deben tener una visión del mundo, es decir una weltanschaung o una ideología, que dé lugar a una plataforma; y ésta precisa ir actualizándose a medida que los tiempos cambian. En su interior se forman cuadros políticos y técnicos, y en esa interacción interna se forma un capital social común. Es el mismo que permite no sólo un beneficioso conocimiento mutuo a la hora de asumir responsabilidades sino también la posibilidad de cambios generacionales fluidos y naturales. Cuando su propuesta es favorecida por el voto de la gente, es el partido el que lleva al gobernante al poder y no viceversa, lo cual lo obliga no sólo a actuar dentro del límite que las instituciones democráticas le imponen sino también dentro del cauce partidario.
Se podría decir que el socialista es, en su versión santafesina, el único partido que responde a esta definición: después de su gran tarea en Rosario tuvo su experiencia gobernando una provincia grande, y ahora se encuentra con la posibilidad de una bien merecida construcción nacional.
Por su lado, el justicialismo es un ámbito compartido por mucha gente y con una rica historia, pero que carece hoy de una ideología y una plataforma claras. La interna de Santa Fe demuestra que todavía discute su identidad y que le aguarda una renovación.
Finalmente, la súbita apelación a una figura popular y carismática como Del Sel para llenar la falta de construcción partidaria es una clara manifestación respecto de la situación en la que se hallan espacios políticos más jóvenes, como PRO.
Se trata sin dudas de tres alternativas o estadios de evolución muy distintos de los partidos políticos. En su excelente libro "Democracia sin República" el historiador y economista Daniel Larriqueta aborda, entre varias cuestiones, la crisis de los partidos en la Argentina. Y dice: "el proceso político en el que estamos entrando desde hace ya unos años seguirá con aspecto de magma durante bastante tiempo. Los cambios sociales y políticos no son tributarios de las urgencias.les gusta el tiempo largo". Sólo nos falta saber, dentro de esa gran masa ígnea en fusión, cuál de estas versiones partidarias pertenece al pasado, cuál al presente y cuál al futuro
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