Cada vez menos pingos en gateras
Por Lucrecia Bullrich
De la Redacción de lanacion.com
Viernes 06 de mayo de 2011 | 01:45 (actualizado a las 01:45)
Pasa en el mundo del turf. Un gran premio puede convertirse en una carrera intrascendente (como la de cualquier día de semana, con poco público y menos caballos) si unas horas antes de la largada la lluvia convierte la pista en un barrial. "Borratina por pista pesada", se resignan los burreros ante la fatalidad meteorológica.Pasa desde hace meses en política nacional. La borratina de candidatos se volvió leit motiv de las últimas semanas y configuró un escenario impensado hasta hace no mucho tiempo. Los andariveles opositores de la pista llegaron a ser doce. Hoy, los más optimistas cuentan cinco. Los protagonistas serán sólo dos: Cristina Kirchner (o quien ella designe) y Ricardo Alfonsín.
Las elecciones de octubre, que en algún momento se pensaron como una instancia de revalorización del sistema de partidos, con la reforma política como baluarte transformador, se encaminan a convertirse en una carrera de dos con final cantado. Borratina mediante, las internas abiertas y obligatorias perderán sentido, por lo menos aquel con el que fueron concebidas. El 14 de agosto ya no será el día en que se elijan los candidatos de cada fuerza política. Será más bien un domingo termómetro (que puede dejar a más de uno en el camino) dos meses antes de la gran final.
Esta semana, la grilla de corredores sufrió dos bajas cruciales. Analizarlas en detalle y, sobre todo, sopesar sus efectos es la vía más útil para entender la agitada coyuntura preelectoral.
En pocas horas más, Mauricio Macri pondrá fin a semanas de devaneos e incertidumbre. El anuncio de que cambiará la titánica pelea presidencial por la más accesible reelección en la ciudad sepulta la ilusión opositora de alinearse para derrotar al kirchnerismo. También abre grandes signos de pregunta sobre las aspiraciones (y chances) presidenciales del jefe de Pro más allá de 2011.
Pero no sólo eso. También transforma sustancialmente la geografía de esa franja del universo político. Ya no corre la división en tres que hasta hace unos meses parecía ineludible: el kirchnerismo por un lado, el panradicalismo por el otro y una opción de centro derecha completando el cuadro. La división seguiría siendo en tercios (kirchnerismo/UCR-peronismo disidente y centro izquierda), pero no según las fronteras ideológicas con las que alguna vez soñó Néstor Kirchner.
Foto: Ilustración: Sebastián Domenech
De Narváez sabe que la retirada de Macri lo pone un paso más cerca de ser el candidato a gobernador de Alfonsín, en la misma boleta o colectora mediante. Su cuenta combina aritmética básica con cálculo político. Está seguro de que los puntos que hoy tiene en la provincia (está por debajo de Scioli pero apuesta a quedar cabeza a cabeza cuando las candidaturas estén oficializadas) son los que le permitirían a Alfonsín entrar en la segunda vuelta. Sobre la base de esa cuenta, se ilusiona con que el acuerdo con el radicalismo trascienda la gobernación bonaerense e incluya otros espacios de poder.
Cerca de Alfonsín piden no acelerar los tiempos, aunque también admiten que el diálogo con De Narváez "está avanzando y bien". La cautela es lógica. Atender a la vez el alborotado frente interno y la búsqueda de consensos extrapartidarios aparece como una combinación explosiva.
Lejos de cerrar el debate, la consolidación de un acuerdo entre Alfonsín y De Narváez poblaría el escenario de preguntas. ¿Cómo se elude el lacerante fantasma de la Alianza? ¿Cómo se persuade al electorado de que el acuerdo es algo más que una estrategia para sumar votos? ¿Cómo justificaría la UCR el acercamiento a uno de los aliados de Macri, el mismo que Alfonsín describió como su límite? Y del lado de De Narváez, ¿cómo se explicaría el giro del antikirchnerismo desde el PJ disidente al frente con un radical? Habrá que estar atentos a cómo concilian sus diferencias inocultables.
La pieza que completa el panorama surgirá de los próximos pasos de Binner. Su enojo con Alfonsín por el coqueteo con De Narváez no parece tener demasiado retorno. Sin embargo, su suerte sigue estando más atada a lo que pase dentro de dos semanas en la interna por la gobernación de Santa Fe, que en las reuniones en los búnkeres porteños. De esa contienda dependerá si el socialista se erige como el candidato a presidente de la centroizquierda, en el espacio que Pino Solanas dejó vacante, o si da un paso al costado.
La pista está cada vez más vacía. Pero, paradójicamente, la depuración sabe más a debilidad que a fortaleza. Para la oposición, el panorama es cada vez más complejo
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