Cornejo, Fayad y el perro del hortelano
Marcelo Torrez (El Sol) La batalla que libra la Unión Cívica Radical mendocina es, por sobre todo, un enfrentamiento de egos, de personalidades fuertes y presumidas.
MARCELO TORREZ marcelo.torrez@elsoldiario.com.ar
La batalla que libra la Unión Cívica Radical mendocina es, por sobre todo, un enfrentamiento de egos, de personalidades fuertes y presumidas, de una ruindad tal que ha empequeñecido lo visto días atrás en aquel cuestionado proceso interno del oficialismo para definir la dupla Paco Pérez-Carlos Ciurca, hecho que determinó que un sector minoritario, el de Eduardo Sancho, decidiera enfrentarla el 29 de mayo, el día esperado para la elección interna.
Lo del radicalismo bien se puede comparar con una selección de grandes candidatos, vitoreados individualmente como si fueran Messi (además de creerse Messi), como la Selección que tuvo Maradona y tuvimos todos en el último Mundial. Pero no pueden ser un equipo. Espantan. Está claro que ni Alfredo Cornejo ni Roberto Iglesias reúnen un número de adhesiones suficientes que les permita a uno de ellos erigirse como candidato indiscutido del radicalismo.
Tampoco Julio Cobos, el vicepresidente, y tampoco Víctor Fayad, los hombres, sin dudas, más trascendentes y notorios que tiene hoy la principal fuerza opositora mendocina. La imposibilidad de llegar a un acuerdo entre todos ellos, que permita la unidad del partido, ha sido la chispa que enciende y dispara los movimientos individuales, esas reacciones, cual espasmos que en aparente soledad se expresan en la decisión de desdoblar la elección en Capital para elegir concejales e intendentes el 14 de agosto, que primero dispuso Fayad y que luego intentó seguir Cornejo sin éxito en Godoy Cruz.
En el caso de Capital, Fayad ratifica el camino que tomó en las legislativas del 2009, en las que optó por fijar la fecha de aquella elección legislativa para marzo del 2010 y en la que le fue muy bien, aislado de cualquier elemento exógenoque pudiera haberlo perjudicado.
Lo que no ha decidido Fayad es si irá por la reelección, aunque se ve venir que está más cerca de tomar ese camino. Desde ya que los desdoblamientos en las comunas radicales, que ayer se descartaron, pueden afectar las chances del candidato que algún día definirá el radicalismo para las generales del 23 de octubre. Porque no le será igual al partido ir por la Gobernación sin la militancia y el arrastre de un aparato municipal en su favor.
Ese es el mensaje quizás más inquietante que lanzó Fayad y con el que primereó: si no soy yo el candidato me refugio en Capital y que Dios ayude a Cornejo o a Iglesias si es que van ellos por la Gobernación, en un contexto en el que se cree que la imagen y tracción de la presidenta –segura candidata a la reelección pese a la advertencia que lanzó ayer al señalar que "ya dí todo lo que tenía que dar"– será desequilibrante en el comicio.
Luego de esos dichos, muy pocos en el peronismo K, sindicalismo incluido, podrán siquiera jugar con presionar a Cristina ante la eventualidad que se queden sin ella como candidata. De hacerlo será un golpe cuasi mortal al oficialismo gobernante. Un suicidio. El radicalismo mendocino, en general, está sufriendo la misma enfermedad y dando las mismas señales que se ven a nivel país con toda la oposición de cara al proceso que nos lleva a la elección presidencial. Los candidatos dudan y se bajan, abandonan.
Algunos lo hacen con intenciones y posibilidades de preservarse para una oportunidad mejor. Aquel que tiene dónde refugiarse lo está haciendo rápidamente, como Mauricio Macri que ante la amenaza de quedarse sin nada ya decidió ir por un nuevo período como jefe del Gobierno porteño que aventurarse en una campaña presidencial con incierto resultado a su favor. Fayad, el cacique capitalino, puede que opte por seguir manteniendo el misterio respecto de su ambición por la Gobernación, esperando que los vientos se calmen. Pero ya mostró su carta alternativa que le deja una vía de escape segura.
Cornejo, hasta ahora, ha sido el más interesado en proponer un candidato de unidad, más cuando vio que aquellas posibilidades que tenía el radicalismo de ganar en octubre ya no son tan claras. Ya se jugó por impulsar a Cobos como la "prenda de unidad" y a comienzo de semana lo había hecho, con algunas condiciones y trampas, a favor de Fayad. Y vale la pena preguntarse y analizar qué es un candidato de la unidad.
Acaso en la mayoría de los casos, cuando se lo propone, es un nombre que no le hace mal a nadie, quizás gris, con no muchas luces, posiblemente maleable, un títere, una máscara que esconde a quien la maneja para sus intereses. Muchas veces, con un candidato de la unidad, se busca eso. El temor es que se convierta esa prenda en un Cobos o en un Kirchner. O en aquel Iglesias que apareció cuando al renunciar José Genoud como candidato de la Alianza en el 99 se transformó en el gobernador. O en el Cobos que propuso el propio Iglesias casi cuatro años después al dejar el gobierno en el 2003.
Eduardo Duhalde, en el 2002, cuando advirtió que no le alcanzaba para luchar por la Presidencia, apuntó a un gobernador débil del sur, que pocos conocían, Néstor Kirchner, suponiendo que detrás de esa imagen podría camuflarse el poder que el bonaerense creía representar y tener para dejar de lado definitivamente al riojano Carlos Menem. Es decir, muchas veces, un candidato de unidad en su génesis cierra para todos porque sirve para cumplir y para mandarlo al pisadero cuando las chances empalidecen.
Lo excitante es cuando surgen las sorpresas: un resultado electoral que se creía imposible de conseguir y el surgimiento de un Frankenstein. Cobos y Fayad no pueden ser, como están hoy las cosas en el partido, candidatos de la unidad. Porque no dan con aquel perfil y, especialmente, porque producen escozor y ponzoña en buena parte del radicalismo. Cornejo, de pretender todavía jugar fuerte por ganarse el lugar de candidato, puede estar persiguiendo el objetivo de anularlos o bien sumarlos a su cruzada contra Roberto Iglesias.
Pero también puede ser una evaluación seria hacia la suspensión de su carrera por la Gobernación hasta el 2015, y, al igual que Fayad, refugiarse en su cálida y apacible guarida godoicruceña, porque puede estar percibiendo que habrá un aluvión de votos K que le impedirán a la UCR, cualquiera sea el candidato, llegar en octubre a la Gobernación. Esta es una clara apuesta a esperar el debilitamiento de Cristina luego de un segundo período y el fin del ciclo del kirchnerismo para, eso sí, erigirse en cuatro años más como el hombre de Mendoza para el postcristinismo.
Esa actitud sería la misma que adoptará, con seguridad, el secretario general de la Gobernación de Jaque, Alejandro Cazabán, al quedarse en esta oportunidad sin la candidatura. De ser así, a Mendoza le espera un enfrentamiento de fondo, una elección para la historia, pero será recién en el 2015. Como sea, Cornejo y Fayad remueven el avispero radical día tras día. Ambos le temen a una interna que imaginan cruenta y sangrienta.
Y también han visto que se les diluye la posibilidad clara de un triunfo radical en octubre. Un diagnóstico que no comparte Roberto Iglesias. Y no lo comparte por obligación y porque no tiene las vías de escape que sí tienen sus rivales. Para Iglesias, el camino se le despeja, al revés de sus adversarios intendentes, y más que nunca abrazará la chance de ser candidato, convenciendo a Cobos para que sea su crédito en la lista de diputados nacionales. Iglesias, como en el 2000, parece potenciarse.
El terreno de la incertidumbre es el que mejor le viene. Y hacia allá va. Ve que Cornejo y Fayad no sólo intentarán salvar la ropa y salvarse. Los compara con el perro del hortelano. Pero el hombre se tiene fe. Tiene todo a pedir de boca y sueña con el batacazo.
Lo del radicalismo bien se puede comparar con una selección de grandes candidatos, vitoreados individualmente como si fueran Messi (además de creerse Messi), como la Selección que tuvo Maradona y tuvimos todos en el último Mundial. Pero no pueden ser un equipo. Espantan. Está claro que ni Alfredo Cornejo ni Roberto Iglesias reúnen un número de adhesiones suficientes que les permita a uno de ellos erigirse como candidato indiscutido del radicalismo.
Tampoco Julio Cobos, el vicepresidente, y tampoco Víctor Fayad, los hombres, sin dudas, más trascendentes y notorios que tiene hoy la principal fuerza opositora mendocina. La imposibilidad de llegar a un acuerdo entre todos ellos, que permita la unidad del partido, ha sido la chispa que enciende y dispara los movimientos individuales, esas reacciones, cual espasmos que en aparente soledad se expresan en la decisión de desdoblar la elección en Capital para elegir concejales e intendentes el 14 de agosto, que primero dispuso Fayad y que luego intentó seguir Cornejo sin éxito en Godoy Cruz.
En el caso de Capital, Fayad ratifica el camino que tomó en las legislativas del 2009, en las que optó por fijar la fecha de aquella elección legislativa para marzo del 2010 y en la que le fue muy bien, aislado de cualquier elemento exógenoque pudiera haberlo perjudicado.
Lo que no ha decidido Fayad es si irá por la reelección, aunque se ve venir que está más cerca de tomar ese camino. Desde ya que los desdoblamientos en las comunas radicales, que ayer se descartaron, pueden afectar las chances del candidato que algún día definirá el radicalismo para las generales del 23 de octubre. Porque no le será igual al partido ir por la Gobernación sin la militancia y el arrastre de un aparato municipal en su favor.
Ese es el mensaje quizás más inquietante que lanzó Fayad y con el que primereó: si no soy yo el candidato me refugio en Capital y que Dios ayude a Cornejo o a Iglesias si es que van ellos por la Gobernación, en un contexto en el que se cree que la imagen y tracción de la presidenta –segura candidata a la reelección pese a la advertencia que lanzó ayer al señalar que "ya dí todo lo que tenía que dar"– será desequilibrante en el comicio.
Luego de esos dichos, muy pocos en el peronismo K, sindicalismo incluido, podrán siquiera jugar con presionar a Cristina ante la eventualidad que se queden sin ella como candidata. De hacerlo será un golpe cuasi mortal al oficialismo gobernante. Un suicidio. El radicalismo mendocino, en general, está sufriendo la misma enfermedad y dando las mismas señales que se ven a nivel país con toda la oposición de cara al proceso que nos lleva a la elección presidencial. Los candidatos dudan y se bajan, abandonan.
Algunos lo hacen con intenciones y posibilidades de preservarse para una oportunidad mejor. Aquel que tiene dónde refugiarse lo está haciendo rápidamente, como Mauricio Macri que ante la amenaza de quedarse sin nada ya decidió ir por un nuevo período como jefe del Gobierno porteño que aventurarse en una campaña presidencial con incierto resultado a su favor. Fayad, el cacique capitalino, puede que opte por seguir manteniendo el misterio respecto de su ambición por la Gobernación, esperando que los vientos se calmen. Pero ya mostró su carta alternativa que le deja una vía de escape segura.
Cornejo, hasta ahora, ha sido el más interesado en proponer un candidato de unidad, más cuando vio que aquellas posibilidades que tenía el radicalismo de ganar en octubre ya no son tan claras. Ya se jugó por impulsar a Cobos como la "prenda de unidad" y a comienzo de semana lo había hecho, con algunas condiciones y trampas, a favor de Fayad. Y vale la pena preguntarse y analizar qué es un candidato de la unidad.
Acaso en la mayoría de los casos, cuando se lo propone, es un nombre que no le hace mal a nadie, quizás gris, con no muchas luces, posiblemente maleable, un títere, una máscara que esconde a quien la maneja para sus intereses. Muchas veces, con un candidato de la unidad, se busca eso. El temor es que se convierta esa prenda en un Cobos o en un Kirchner. O en aquel Iglesias que apareció cuando al renunciar José Genoud como candidato de la Alianza en el 99 se transformó en el gobernador. O en el Cobos que propuso el propio Iglesias casi cuatro años después al dejar el gobierno en el 2003.
Eduardo Duhalde, en el 2002, cuando advirtió que no le alcanzaba para luchar por la Presidencia, apuntó a un gobernador débil del sur, que pocos conocían, Néstor Kirchner, suponiendo que detrás de esa imagen podría camuflarse el poder que el bonaerense creía representar y tener para dejar de lado definitivamente al riojano Carlos Menem. Es decir, muchas veces, un candidato de unidad en su génesis cierra para todos porque sirve para cumplir y para mandarlo al pisadero cuando las chances empalidecen.
Lo excitante es cuando surgen las sorpresas: un resultado electoral que se creía imposible de conseguir y el surgimiento de un Frankenstein. Cobos y Fayad no pueden ser, como están hoy las cosas en el partido, candidatos de la unidad. Porque no dan con aquel perfil y, especialmente, porque producen escozor y ponzoña en buena parte del radicalismo. Cornejo, de pretender todavía jugar fuerte por ganarse el lugar de candidato, puede estar persiguiendo el objetivo de anularlos o bien sumarlos a su cruzada contra Roberto Iglesias.
Pero también puede ser una evaluación seria hacia la suspensión de su carrera por la Gobernación hasta el 2015, y, al igual que Fayad, refugiarse en su cálida y apacible guarida godoicruceña, porque puede estar percibiendo que habrá un aluvión de votos K que le impedirán a la UCR, cualquiera sea el candidato, llegar en octubre a la Gobernación. Esta es una clara apuesta a esperar el debilitamiento de Cristina luego de un segundo período y el fin del ciclo del kirchnerismo para, eso sí, erigirse en cuatro años más como el hombre de Mendoza para el postcristinismo.
Esa actitud sería la misma que adoptará, con seguridad, el secretario general de la Gobernación de Jaque, Alejandro Cazabán, al quedarse en esta oportunidad sin la candidatura. De ser así, a Mendoza le espera un enfrentamiento de fondo, una elección para la historia, pero será recién en el 2015. Como sea, Cornejo y Fayad remueven el avispero radical día tras día. Ambos le temen a una interna que imaginan cruenta y sangrienta.
Y también han visto que se les diluye la posibilidad clara de un triunfo radical en octubre. Un diagnóstico que no comparte Roberto Iglesias. Y no lo comparte por obligación y porque no tiene las vías de escape que sí tienen sus rivales. Para Iglesias, el camino se le despeja, al revés de sus adversarios intendentes, y más que nunca abrazará la chance de ser candidato, convenciendo a Cobos para que sea su crédito en la lista de diputados nacionales. Iglesias, como en el 2000, parece potenciarse.
El terreno de la incertidumbre es el que mejor le viene. Y hacia allá va. Ve que Cornejo y Fayad no sólo intentarán salvar la ropa y salvarse. Los compara con el perro del hortelano. Pero el hombre se tiene fe. Tiene todo a pedir de boca y sueña con el batacazo.
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