El Pro se afianzó en Capital y el Peronismo Federal se desarticuló
En un año cargado de elecciones y reacomodamientos en la oposición, el Pro se afianzó en la Capital como fuerza local, con miras a saltar el cerco en 2015, en tanto el Peronismo Federal se desarmó debido a desavenencias internas y la atomización de su oferta electoral.
El macrismo comenzó 2011 imbuido en su dinámica interna, con una casi definida candidatura presidencial del jefe de Gobierno Mauricio Macri, que desató la puja para reemplazarlo entre el jefe del gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la diputada Gabriela Michetti.
Incluso, Macri llegó a tomarles a fin de marzo una suerte de examen en la que ambos precandidatos debieron exponer sus planes de gobierno delante del funcionariado y la dirigencia del Pro, en una cita que tuvo lugar en el Club de Amigos y que todos supusieron como preámbulo a la definición de su sucesor.
Sin embargo, a principios de mayo Macri, repentinamente, anunció su declinación por la carrera presidencial y su apuesta a renovar como jefe capitalino, eligiendo a su ministra de Desarrollo Social, María Eugenia Vidal, como compañera de fórmula.
En julio, Macri ganó las elecciones porteñas y fue reelecto en segunda vuelta, y aunque no logró la mayoría absoluta en la Legislatura, zanjó con su nuevo mandato al menos hasta 2013- la interna entre Michetti y Larreta, sus dos espadas principales en el Pro.
Pero el macrismo sorprendió en julio con su performance en la provincia de Santa Fe, en donde su candidato a gobernador, el humorista Miguel del Sel, dio un batacazo y alcanzó el 36%, a sólo tres puntos del ganador, el socialista Antonio Bonfatti.
En una alianza entre duhaldistas y otros sectores del peronismo no kirchnerista, Del Sel fue la antesala de una estrategia que Macri llevaría a nivel nacional: alianzas electorales distritales sin que conlleven un acuerdo nacional.
Así fue como el Pro se alió con el duhaldismo en la provincia de Buenos Aires y Entre Ríos, con los demócratas en Mendoza y hasta con el radicalismo en Tucumán, aunque en donde acudieron solos y con boleta única fue en su terruño, la Capital Federal.
Allí, el jefe del bloque en Diputados, Federico Pinedo, logró un fuerte corte de boleta para ubicarse en segundo lugar tras la lista del kirchnerismo en las elecciones del 23 de octubre.
En esa jornada, el Pro lograba por primera vez ganar una elección para un cargo ejecutivo en otro distrito, y lo consiguió de la mano de Jorge Macri (primo del jefe de Gobierno), quien compitió por la intendencia de Vicente López con el apoyo del duhaldismo y de Alberto Rodríguez Saá.
Macri comenzó un nuevo mandato al frente del Ejecutivo porteño, y su última jugada en la estrategia de cara al 2015 tuvo lugar pocos días antes que culmine el año: oficializó ante la dirigencia del Pro al flamante ministro Emilio Monzó y al titular del partido, Humberto Schiavoni, como los dos armadores de la coalición política nacional para competir por llegar a la Casa Rosada.
Por su parte, el Peronismo Federal comenzó el año con un anticipo de cómo lo acabaría: con una sangría hacia adentro. El diputado Felipe Solá cuestionó las preinternas abiertas decididas entre los candidatos presidenciales Duhalde y Alberto Rodríguez Saá.
Fue un proceso de desmarque de Solá que culminaría con su renuncia en octubre a la presidencia del bloque del sector en la Cámara baja y su acercamiento al kirchnerismo.
En abril, Duhalde y Rodríguez Saá realizaron sólo dos de todas las elecciones abiertas programadas, ya que cuando llegó la tercera la suspendieron con acusaciones mutas de haber cambiado las reglas de juego sobre la marcha, por lo que ambos concurrieron por separado a las primarias de agosto.
En tanto, De Narváez se despegó del caos interno y se focalizó en su postulación a la gobernación bonaerense, y tras unos primeros contactos fluidos con el Pro que terminaron en la nada, llegó a un inesperado acuerdo con el radicalismo de Ricardo Alfonsín, que no tuvo el éxito buscado.
A su vez, el ex gobernador Mario Das Neves se bajó de la carrera presidencial luego de un exiguo triunfo de su candidato a sucederlo al frente de Chubut denuncias de fraude y revisión judicial mediante-, y aceptó ser el compañero de fórmula de Duhalde.
Finalmente, el peronismo no kirchnerista quedó sin un liderazgo claro y conformó en el nuevo Congreso el denominado Frente Peronista, que aglutina a los legisladores denarvaistas, los de Rodríguez Saá y los duhaldistas, ya sin los que se nuclean en torno a Solá.
Incluso, Macri llegó a tomarles a fin de marzo una suerte de examen en la que ambos precandidatos debieron exponer sus planes de gobierno delante del funcionariado y la dirigencia del Pro, en una cita que tuvo lugar en el Club de Amigos y que todos supusieron como preámbulo a la definición de su sucesor.
Sin embargo, a principios de mayo Macri, repentinamente, anunció su declinación por la carrera presidencial y su apuesta a renovar como jefe capitalino, eligiendo a su ministra de Desarrollo Social, María Eugenia Vidal, como compañera de fórmula.
En julio, Macri ganó las elecciones porteñas y fue reelecto en segunda vuelta, y aunque no logró la mayoría absoluta en la Legislatura, zanjó con su nuevo mandato al menos hasta 2013- la interna entre Michetti y Larreta, sus dos espadas principales en el Pro.
Pero el macrismo sorprendió en julio con su performance en la provincia de Santa Fe, en donde su candidato a gobernador, el humorista Miguel del Sel, dio un batacazo y alcanzó el 36%, a sólo tres puntos del ganador, el socialista Antonio Bonfatti.
En una alianza entre duhaldistas y otros sectores del peronismo no kirchnerista, Del Sel fue la antesala de una estrategia que Macri llevaría a nivel nacional: alianzas electorales distritales sin que conlleven un acuerdo nacional.
Así fue como el Pro se alió con el duhaldismo en la provincia de Buenos Aires y Entre Ríos, con los demócratas en Mendoza y hasta con el radicalismo en Tucumán, aunque en donde acudieron solos y con boleta única fue en su terruño, la Capital Federal.
Allí, el jefe del bloque en Diputados, Federico Pinedo, logró un fuerte corte de boleta para ubicarse en segundo lugar tras la lista del kirchnerismo en las elecciones del 23 de octubre.
En esa jornada, el Pro lograba por primera vez ganar una elección para un cargo ejecutivo en otro distrito, y lo consiguió de la mano de Jorge Macri (primo del jefe de Gobierno), quien compitió por la intendencia de Vicente López con el apoyo del duhaldismo y de Alberto Rodríguez Saá.
Macri comenzó un nuevo mandato al frente del Ejecutivo porteño, y su última jugada en la estrategia de cara al 2015 tuvo lugar pocos días antes que culmine el año: oficializó ante la dirigencia del Pro al flamante ministro Emilio Monzó y al titular del partido, Humberto Schiavoni, como los dos armadores de la coalición política nacional para competir por llegar a la Casa Rosada.
Por su parte, el Peronismo Federal comenzó el año con un anticipo de cómo lo acabaría: con una sangría hacia adentro. El diputado Felipe Solá cuestionó las preinternas abiertas decididas entre los candidatos presidenciales Duhalde y Alberto Rodríguez Saá.
Fue un proceso de desmarque de Solá que culminaría con su renuncia en octubre a la presidencia del bloque del sector en la Cámara baja y su acercamiento al kirchnerismo.
En abril, Duhalde y Rodríguez Saá realizaron sólo dos de todas las elecciones abiertas programadas, ya que cuando llegó la tercera la suspendieron con acusaciones mutas de haber cambiado las reglas de juego sobre la marcha, por lo que ambos concurrieron por separado a las primarias de agosto.
En tanto, De Narváez se despegó del caos interno y se focalizó en su postulación a la gobernación bonaerense, y tras unos primeros contactos fluidos con el Pro que terminaron en la nada, llegó a un inesperado acuerdo con el radicalismo de Ricardo Alfonsín, que no tuvo el éxito buscado.
A su vez, el ex gobernador Mario Das Neves se bajó de la carrera presidencial luego de un exiguo triunfo de su candidato a sucederlo al frente de Chubut denuncias de fraude y revisión judicial mediante-, y aceptó ser el compañero de fórmula de Duhalde.
Finalmente, el peronismo no kirchnerista quedó sin un liderazgo claro y conformó en el nuevo Congreso el denominado Frente Peronista, que aglutina a los legisladores denarvaistas, los de Rodríguez Saá y los duhaldistas, ya sin los que se nuclean en torno a Solá.
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