las fuertes internas con la campora
La investigación por la muerte de Iván Heyn naufraga por las inconsistencias
La Justicia uruguaya se quiere sacar de encima el tema cuanto antes y por eso abonó la hipótesis del accidente. Pero aún hay muchos interrogantes abiertos, y mucho silencio.
El final. Heyn fue encontrado muerto en la habitación 1062 del hotel Radisson. Según la Justicia el cuerpo se encontraba tirado en el piso, pero la policía sostiene que fue hallado colgado del barral.
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La Justicia uruguaya se quiere sacar de encima la causa por la muerte de Iván Heyn. Sin resultados de las pericias técnicas y científicas ya da por sentado que no fue un suicidio –mientras, para cuidarse, no descarta de cuajo otras posibilidades– y abona la teoría del deceso accidental producto de un juego sexual. De hecho, en la Corte Suprema anticiparon a PERFIL que el expediente recién será retomado en febrero, cuando finalice la feria judicial. Pero, mientras tanto, hay muchos puntos que distancian el relato de los hechos.
Media hora después de finalizada la autopsia a Iván Heyn la Justicia uruguaya ya tenía respuestas para explicar su muerte. El vocero del máximo tribunal, Raúl Oxandarbarat, sugirió a los medios de comunicación locales que la principal hipótesis de investigación era un deceso provocado como consecuencia de una asfixia inducida para obtener placer sexual.
El cadáver del ex subsecretario de Comercio Exterior apareció el martes en la habitación 1062 del hotel Radisson durante la Cumbre del Mercosur. Duró menos de un día la idea del suicidio y tomó fuerza la del accidente. La probabilidad de un asesinato ni siquiera se mencionó, porque el juez dijo que no había signos de violencia.
Cuando el vocero judicial dio la principal hipótesis de investigación no se habían empezado los peritajes sobre los aparatos celulares y la notebook de Heyn, ni los análisis de ADN, las huellas, la sangre y la orina. No se sabía, tampoco, si había entrado antes otra persona al cuarto y había salido. De hecho, aún no se sabe. Las pericias se terminarán entre el lunes y el martes y el vocero de la Corte le dijo a PERFIL que el expediente quedará congelado hasta después de la feria judicial. No se sabe, porque nadie en la Justicia uruguaya lo responde, si miembros de la delegación argentina estuvieron en la escena del hecho mientras se hacían las pericias.
Fuentes de la Policía nacional opinaron ante este diario que los resultados de esos peritajes nunca verán la luz. “Van a guardar todo en secreto y, cuando estén, le pasarán la información al Gobierno argentino”, explicaron. Oxandarbarat, por su parte, anticipó que si se descubre que no hubo intervención de una tercera persona en la muerte de Heyn la causa quedará archivada. “¿Y si alguien lo presionó con algo y lo indujo al suicidio?”, preguntó este diario. “Bueno, si lo hizo, y no dejó ninguna huella, será que superó nuestro sistema”, contestó el vocero judicial.
Los relatos oficiales y extraoficiales son confusos: el cuerpo de Heyn apareció desnudo, según algunos, colgado de un cinturón al barral del placard de su habitación. Según otros, asfixiado por el cinturón pero con todo el peso caído sobre el piso. Mientras que el vocero judicial le dijo a PERFIL que no estaba colgado sino que el cinturón se había zafado, el jefe de la Policía científica uruguaya, Juan Carlos Vázquez, dijo exactamente lo contrario: “Estaba colgado, medio suspendido”. La carátula de la causa es “muerte por ahorcamiento”. El semen encontrado, según el vocero de la policía, Juan Carlos Roldán, pudo haber sido producto del propio ahorcamiento y no necesariamente de un estímulo sexual. “Los asfixiados suelen eyacular, como también pierden control de esfínteres”, indicó.
Algunos miembros de la delegación argentina fueron indagados respecto de los movimientos de Heyn no bien se conoció su muerte. Pero, dicen, no encontraron nada extraño. Hay preguntas que no se hacen y respuestas que no se dan. La sensación en Montevideo es que los uruguayos quieren deshacerse de un problema. Si se tratara de una muerte por ahorcamiento se terminarían las preguntas. Si en cambio fuera un suicidio inducido por algún problema profesional los interrogantes podrían llevar a respuestas que pocos querrían escuchar.
Heyn acababa de ser designado en un cargo que no lo conformaba. El creía que estaba para más y que los jóvenes, con excepción de algunos privilegiados de La Cámpora –agrupación que él integraba–, no tenían el lugar que se merecían en el Gobierno. Iván era pasional. A todo o nada, como describieron a PERFIL sus amigos. Pero de ninguna manera depresivo. No tenía problemas con sus padres ni con su familia. Su padre Víctor no tenía mala relación con él, como había trascendido. Iván hizo llamados hasta la noche anterior y si hay algo que no mostró es depresión. Sí estaba enojado, enfurecido, con algunos miembros de la conducción de La Cámpora por el destrato que recibía de su parte. “Lo hostigaban, lo presionaban porque hablaba con los medios, le inventaban cosas para hacerle operaciones de prensa. Una vez dijeron que se había ido a un spa de él en Brasil, y estaba en España visitando a su familia”, relató uno de ellos a PERFIL.
“Son unos hipócritas, estaban ahí llorando en el velorio, cuando le hicieron la vida imposible”, contó otro de sus amigos que viajó del interior del país para despedirlo, en alusión a algunos miembros de la agrupación camporista. Con quien sí, dicen, tenía buen vínculo, era con la Presidenta, Cristina Fernández, y con su hijo, Máximo. Tiempo es lo que hará falta para saber si el caso se esclarece o se oscurece.
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