Sujeto político, doctrina y militancia camporista
Publicado el 15 de Diciembre de 2011Por
Con júbilo recibo las invitaciones que me hacen estos jóvenes para compartir con ellos lo que tuve el privilegio de poner en acto en los comienzos de este trayecto y nunca he dejado de alimentar.
Reviso una libreta de apuntes de la primera mitad de 2004. Hay una entrada en la que registré un diálogo con Néstor Kirchner. “Si querés alcanzar para la Argentina algo de todo lo que te propusiste, Néstor, necesitamos crear un sujeto político colectivo y una doctrina que se haga cargo del siglo XXI.” “¿Un sujeto político, Rafael, una doctrina que nos convoque? ¡Pero si hoy mi unidad de medida para contar el tiempo que pasa es el segundo! ¿Vos sabés cómo espero el momento en que pueda contarlo en minutos, en horas?”
Algunos hombres advierten que con ellos ha nacido el grito de la historia y que ese brote es uno de sus dones más trascendentes. Kirchner llegó a ver como presidente a su esposa, contando el paso del tiempo en horas. Aquel sujeto político colectivo del diálogo mencionado venía alumbrando, y fue por eso que pudo hacerse patente en las jornadas dolorosas del 27 de octubre de 2010. La doctrina menos, lo que explica que de los mismos tiempos haya sobrevivido sólo una consigna afortunada (las consignas son las exclamaciones de la doctrina): “Néstor con Perón, Cristina con el pueblo.”
Pero cuando se avanza de a muchos, cuando el camino es atinado, cuando la tenacidad hace que se rindan las piedras interpuestas, los movimientos políticos se gradúan pacientemente en las universidades de la madurez.
La agrupación denominada La Cámpora nuclea una gran cantidad de militantes, a muchos de los cuales conozco y frecuento. Ello me ha permitido leer una copiosa producción intelectual, que transita desde la política internacional hasta la macro economía, de la reflexión histórica a la planificación estratégica, del análisis de coyuntura a los planes de actuación. Algunos de esos militantes ocupan cargos en el gobierno.
Cristina Fernández –que no debe su caudal de votos a ninguna componenda superestructural– tomó la decisión. Les dijo: “hay que beber de la fuente cuando ella tiene agua, no cuando ustedes tengan sed”. Y la fuente tiene agua ahora.
De este modo, militancia, responsabilidad e intelecto van fortaleciendo un sujeto político colectivo nuevo y escribiendo frisos de doctrina que –otra vez– la tenacidad irá articulando.
Nada queda a salvo de un chaparrón de sarcasmo, que es una alta expresión del ingenio pero la forma más baja del humor, frase que se atribuye a Wilde pero no estoy seguro que sea de él. Se han perpetrado sarcasmos sobre malformaciones, la muerte trágica, la raza, las peores tragedias. Pero no hay que prestarle atención cuando se es un protagonista de la historia y no un mero comentarista: es cierto que para acuñar un sarcasmo es preciso tener ingenio, pero también que el ingenio es la trivialidad del talento.
Vuelvo a la libreta, esta anterior (del segundo semestre de 2003). Los apuntes de otro diálogo; habla Néstor Kirchner. “Cuando sos presidente, el sector público, el Estado, es la herramienta principal para hacer política. Yo tengo muy claro que la única manera que hay para decir cómo va a ser el futuro es tener poder para desviar el presente dirigiéndolo al porvenir con el que soñás. ¡Cada vez que aprieto el dedo sobre alguna parte de este Estado que nos dejaron, detrás hay aserrín! Hay que hacerlo de nuevo.” “¿Sabés, Néstor? Estoy trabajando en un proceso de reingeniería en el Ministerio de Relaciones Exteriores, para que con el mismo número de agentes, se puedan alcanzar más y mejores metas.” Leo en la libreta: “Me mira sin verme.” “El desendeudamiento, Rafael, no es una operación contable; es una decisión política. Con este nivel de recursos destinados a pagar intereses, no tengo ninguna capacidad de maniobra. Cuando me desendeude, voy a poder relacionarme con los países que hoy no nos muestran respeto y con los organismos que me imponen su agenda, como yo quiero, no como no me queda más remedio.” “Vos me nombraste canciller también para tener un servicio exterior productivo.” “Como ya te lo dije varias veces, yo te nombré canciller porque coincidía con el lugar en el que vos ponías a la Argentina en el mundo. Lo que no te dije y te lo digo ahora, es que nombrarte a vos ministro de Justicia y a Gustavo (Béliz) en Seguridad, era amontonarlos como a trapos viejos. ¡No son dos para dejarlos solos en un ascensor!”
Leer estas anotaciones es como hacer un trabajo de antropología política. Sobre esas definiciones, sobre aquellas certezas, sobre las persistencias prevaleciendo en su combate con las fracturas, se han ido acumulando frutos y generaciones. Con júbilo recibo las invitaciones que me hacen estos jóvenes para compartir con ellos lo que tuve el privilegio de poner en acto en los comienzos de este trayecto y nunca he dejado de alimentar.
Se dice que a mediados de 1920, en ocasión de elogiar la primera transmisión pública radial –realizada en Argentina–otro dirigente popular, Hipólito Yrigoyen, exclamó: “Cuando los jóvenes juegan a la ciencia es porque tienen el genio en el alma.” Ese genio en el alma, ese no desistir y persistir a pura pasión, es lo que me evoca esta floración bienhechora de jóvenes con talento y espíritu militante, que abona el terreno para que, de todos depende, continúe la estirpe transformadora.<
Con júbilo recibo las invitaciones que me hacen estos jóvenes para compartir con ellos lo que tuve el privilegio de poner en acto en los comienzos de este trayecto y nunca he dejado de alimentar.
Reviso una libreta de apuntes de la primera mitad de 2004. Hay una entrada en la que registré un diálogo con Néstor Kirchner. “Si querés alcanzar para la Argentina algo de todo lo que te propusiste, Néstor, necesitamos crear un sujeto político colectivo y una doctrina que se haga cargo del siglo XXI.” “¿Un sujeto político, Rafael, una doctrina que nos convoque? ¡Pero si hoy mi unidad de medida para contar el tiempo que pasa es el segundo! ¿Vos sabés cómo espero el momento en que pueda contarlo en minutos, en horas?”
Algunos hombres advierten que con ellos ha nacido el grito de la historia y que ese brote es uno de sus dones más trascendentes. Kirchner llegó a ver como presidente a su esposa, contando el paso del tiempo en horas. Aquel sujeto político colectivo del diálogo mencionado venía alumbrando, y fue por eso que pudo hacerse patente en las jornadas dolorosas del 27 de octubre de 2010. La doctrina menos, lo que explica que de los mismos tiempos haya sobrevivido sólo una consigna afortunada (las consignas son las exclamaciones de la doctrina): “Néstor con Perón, Cristina con el pueblo.”
Pero cuando se avanza de a muchos, cuando el camino es atinado, cuando la tenacidad hace que se rindan las piedras interpuestas, los movimientos políticos se gradúan pacientemente en las universidades de la madurez.
La agrupación denominada La Cámpora nuclea una gran cantidad de militantes, a muchos de los cuales conozco y frecuento. Ello me ha permitido leer una copiosa producción intelectual, que transita desde la política internacional hasta la macro economía, de la reflexión histórica a la planificación estratégica, del análisis de coyuntura a los planes de actuación. Algunos de esos militantes ocupan cargos en el gobierno.
Cristina Fernández –que no debe su caudal de votos a ninguna componenda superestructural– tomó la decisión. Les dijo: “hay que beber de la fuente cuando ella tiene agua, no cuando ustedes tengan sed”. Y la fuente tiene agua ahora.
De este modo, militancia, responsabilidad e intelecto van fortaleciendo un sujeto político colectivo nuevo y escribiendo frisos de doctrina que –otra vez– la tenacidad irá articulando.
Nada queda a salvo de un chaparrón de sarcasmo, que es una alta expresión del ingenio pero la forma más baja del humor, frase que se atribuye a Wilde pero no estoy seguro que sea de él. Se han perpetrado sarcasmos sobre malformaciones, la muerte trágica, la raza, las peores tragedias. Pero no hay que prestarle atención cuando se es un protagonista de la historia y no un mero comentarista: es cierto que para acuñar un sarcasmo es preciso tener ingenio, pero también que el ingenio es la trivialidad del talento.
Vuelvo a la libreta, esta anterior (del segundo semestre de 2003). Los apuntes de otro diálogo; habla Néstor Kirchner. “Cuando sos presidente, el sector público, el Estado, es la herramienta principal para hacer política. Yo tengo muy claro que la única manera que hay para decir cómo va a ser el futuro es tener poder para desviar el presente dirigiéndolo al porvenir con el que soñás. ¡Cada vez que aprieto el dedo sobre alguna parte de este Estado que nos dejaron, detrás hay aserrín! Hay que hacerlo de nuevo.” “¿Sabés, Néstor? Estoy trabajando en un proceso de reingeniería en el Ministerio de Relaciones Exteriores, para que con el mismo número de agentes, se puedan alcanzar más y mejores metas.” Leo en la libreta: “Me mira sin verme.” “El desendeudamiento, Rafael, no es una operación contable; es una decisión política. Con este nivel de recursos destinados a pagar intereses, no tengo ninguna capacidad de maniobra. Cuando me desendeude, voy a poder relacionarme con los países que hoy no nos muestran respeto y con los organismos que me imponen su agenda, como yo quiero, no como no me queda más remedio.” “Vos me nombraste canciller también para tener un servicio exterior productivo.” “Como ya te lo dije varias veces, yo te nombré canciller porque coincidía con el lugar en el que vos ponías a la Argentina en el mundo. Lo que no te dije y te lo digo ahora, es que nombrarte a vos ministro de Justicia y a Gustavo (Béliz) en Seguridad, era amontonarlos como a trapos viejos. ¡No son dos para dejarlos solos en un ascensor!”
Leer estas anotaciones es como hacer un trabajo de antropología política. Sobre esas definiciones, sobre aquellas certezas, sobre las persistencias prevaleciendo en su combate con las fracturas, se han ido acumulando frutos y generaciones. Con júbilo recibo las invitaciones que me hacen estos jóvenes para compartir con ellos lo que tuve el privilegio de poner en acto en los comienzos de este trayecto y nunca he dejado de alimentar.
Se dice que a mediados de 1920, en ocasión de elogiar la primera transmisión pública radial –realizada en Argentina–otro dirigente popular, Hipólito Yrigoyen, exclamó: “Cuando los jóvenes juegan a la ciencia es porque tienen el genio en el alma.” Ese genio en el alma, ese no desistir y persistir a pura pasión, es lo que me evoca esta floración bienhechora de jóvenes con talento y espíritu militante, que abona el terreno para que, de todos depende, continúe la estirpe transformadora.<
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