miércoles, 7 de diciembre de 2011

jefe de ministros

Juan manuel abal medina

El jefe de ministros, un discípulo de Kirchner con apellido ilustre en el PJ

Publicado el 7 de Diciembre de 2011

Hijo del ex secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, fue el interlocutor preferido de Chacho Álvarez en los ’90, y acompañó al ex presidente en su gestión como secretario general de la Unasur. El ascenso de un joven.
Hace cinco meses, cuando la presidenta anunció a su candidato a vice, los colaboradores de Juan Manuel Abal Medina no pudieron disimular la decepción. Se habían ilusionado con formar parte de la fórmula. Aquel mal trago fue compensado ayer. Y cómo. “Estamos felices”, reconoció a Tiempo Argentino uno de los allegados históricos del próximo jefe de Gabinete. Portador de un apellido emblemático para el peronismo, hijo del ex secretario general del movimiento y sobrino del fundador de Montoneros, Abal Medina dejará la secretaría de Comunicación Pública para convertirse en el ministro coordinador. Desde ese cargo clave –el número 3 del Ejecutivo–, el politólogo de 43 años tendrá bajo su responsabilidad la defensa cotidiana de las políticas oficiales y el monitoreo administrativo de toda la gestión.
Abal Medina llegó hasta la Jefatura de Gabinete tras atravesar coyunturas de todo tipo. Con una activa militancia universitaria en los ’90 (supo ser la cara visible del Frepaso en la Facultad de Ciencias Sociales, donde fue responsable de la agrupación MOVES), logró convertirse en uno de los interlocutores preferidos de Chacho Alvarez. Por sugerencia de Chacho, Fernando de la Rúa lo nombró director del INAP. Tras la ruptura entre los socios de la Alianza, Abal recaló en la dirección de Asuntos Políticos del gobierno porteño, que encabezaba Aníbal Ibarra. Su desembarco en el oficialismo se produjo en 2005, de la mano de Alberto Fernández.
Por si hacía falta un padrinazgo, Abal Medina tuvo dos. Su ingreso al kirchnerismo tuvo el respaldo de dos hombres muy influyentes. Y muy respetados por el propio Kirchner, que solía acudir a ellos como consejeros de confianza. Uno de ellos fue Chacho. Y el segundo, cultor de la discreción y el bajo perfil, fue el padre de Abal Medina, quien lleva su mismo nombre y vive desde hace años en México. Durante mucho tiempo, Kirchner solía conversar por teléfono con el ex secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, que fue un protagonista crucial del regreso de Perón. Las comunicaciones se repetían, al menos una vez por semana.
El ascenso de Abal Medina dentro del kirchnerismo puede explicarse por varias razones. Una de ellas, y no la menor, es haber tomado decisiones claves en contextos difíciles. La primera fue cuando decidió permanecer en su cargo –la vicejefatura de Gabinete—cuando Sergio Massa renunció a la jefatura, en julio de 2009. Eran tiempos difíciles para el kirchnerismo. Kirchner había perdido las elecciones legislativas “por poquito” con el empresario Francisco De Narváez y el justicialismo, partido de poder al fin, entraba en estado de ebullición. A contramano del clima de época, que parecía poner distancia de “los K”, Abal Medina decidió seguir en su puesto.
La otra decisión importante se produjo a principios de 2010. Valorado por sus condiciones académicas –tiene un doctorado en la Universidad de Georgetown, cuya tesis fue avalada por Guillermo O’Donnell, recientemente fallecido–, Abal Medina se convirtió en el principal asesor de Kirchner en la secretaría general de Unasur. “Voy a hacer kirchnerismo salvaje”, solía decir por entonces, sin ningún rasgo de ironía. El politólogo que supo escribir sobre los movimientos pendulares de la sociedad argentina estaba convencido de que el kirchnerismo ganaría las elecciones presidenciales de 2011.
Fumador compulsivo, casado con Guillermina, padre de tres hijas, activo usuario de Twitter, vecino de San Telmo (se lo suele ver paseando a su hija más pequeña por la calle Defensa, frente al Parque Lezama), Abal Medina no oculta su fanatismo por River Plate. Lo atestigua el banderín rojiblanco que decora su despacho. Esa pasión le ha aportado bastantes sinsabores. A mediados de año, recibió dos veces en la Casa Rosada al presidente del club, Daniel Alberto Passarella. Los encuentros tenían como objetivo buscar alternativas para evitar el descenso a la B Nacional. El resultado, esa vez, fue adverso. <

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