El perfil
Santiago Alvarez, un camporista al frente de la comunicación oficial
El flamante director de Télam ganó prestigio tras su activa participación en la blogosfera que ardía en defensa del Gobierno durante el conflicto con el campo. Sus empleados dicen que sabe poco y nada de periodismo, pero el oficialismo lo considera un "talento comunicacional"
De impecable traje gris y saludando a los empelados piso por piso, el camporista Santiago "Patucho" Alvarez recorrió la semana pasada por primera vez la redacción de Bolívar al 500 en su calidad de flamante presidente de Télam, la agencia oficial de noticias. Ese día, el joven K, uno de los líderes de La Cámpora y creador de la figura del Nestornauta o Eternéstor -la adaptación política del héroe de Oesterheld al kirchnerismo- formalizó su presentación ante los 800 empleados de ese preciado coto de la comunicación política. Un gigante que emite cables informativos, impregnados con la mirada oficial, hacia los rincones más remotos de la Argentina, y cuyo servicio alimenta a la mayoría de los diarios locales, incluso a los más pequeños.
El desembarco en Télam de este joven de 31 años que viene del ala universitaria de La Cámpora -se recibió de abogado el año pasado en la UBA-no es más que la profundización de una estrategia política que la Presidenta viene desarrollando desde la muerte de Kirchner: copar con sus jóvenes soldados, esos que carecen de una estructura propia y le deben sólo lealtad, las áreas más sensibles del Gobierno. Como les decía el mismo Santiago Alvarez a sus empleados en el noticiero de Canal 7: "Nosotros acá estamos por Cristina y hacemos cristinismo, que quede claro, muchachos", les recordaba con frecuencia a sus redactores el ahora presidente de Télam durante el año de su gestión como gerente del noticiero en el canal estatal. Una gestión en la que ejerció un férreo control informativo, sobre todo en los títulos que salían en el noticiero.Durante ese año de gestión -sobre la que Máximo tuvo una injerencia decisiva (los muchachos lo consultaban para que les habilitara la salida al aire de algún opositor, criterio que, también hay que destacarlo, trataron de impulsar)-, los criterios de las noticias se definieron con lógica política.
"Destaquen que Cristina se reúne con Coninagro, y que esa entidad estuvo en la mesa de Enlace", solía ordenar el camporista cuando Cristina empezó un acercamiento con un sector del agro, después de la batalla que casi le cuesta el Gobierno.
En ascenso
Los trabajadores de Canal 7 que lo frecuentaron coinciden en dos cosas sobre él: tiene buenos modos para tratar a su personal y no sabe nada de periodismo, eje primordial de la tarea que corresponde al cargo para el cual fue designado por la Presidenta, tanto en Canal 7 como en Télam, y cuyo salario, de acuerdo con un decreto presidencial, será equiparable al de un secretario de Estado.
Fuentes gremiales estimaron que el saliente ex presidente de la agencia oficial, el desgastado Martín García, dejó el cargo cobrando 30.000 pesos en bruto, sin contar beneficios, ni antigüedad. Es curioso, sin embargo porque fuentes de la misma procedencia aseguran que por el puesto de gerente de noticias, el joven K cobraba 50 mil pesos. Parece difícil que un funcionario en ascenso acepte un sueldo más bajo en la agencia estatal, en la que además tendrá el doble de responsabilidad política...
"Es que en Télam, el sueldo de un presidente, e incluso el de un gerente, es lo de menos; es una anécdota; lo realmente jugoso son los negocios asociados al cargo, como la publicidad", deslizó, en diálogo con este diario, un ex delegado gremial que hace treinta años trabaja en la complejísima agencia estatal.
El ejecutor de la estrategia que derivó en la designación de Alvarez, y en el consecuente desplazamiento del polémico García, fue Juan Manuel Abal Medina, quien desde la muerte de Néstor Kirchner, parece haber encontrado una eficaz fórmula para crecer: habilitarles lugares a los militantes camporistas en el Estado y convertirse en una suerte de "padrino político" de los jóvenes K.
García, el recordado defensor del periodismo militante que comparó al periodismo profesional con la prostitución, venía desgastado dentro de Télam y del Gobierno. Seis meses atrás, una asamblea de trabajadores decidió realizar una protesta por censura y maltrato en la agencia oficial. El dato es por demás significativo, teniendo en cuenta que el sueldo promedio de los trabajadores de Télam es de 6000 pesos y que, en general, las asambleas suelen realizarse en demanda de reclamos salariales.
Táctica y estrategia
La estrategia del jefe de Gabinete tampoco es nueva, aunque, con este último nombramiento, se hizo más visible: Máximo, a través de Abal, ya había hecho nombrar, a principios de 2011, a unos 50 jóvenes de la agrupación en la Secretaría de Comunicación Pública, entonces a su cargo. Algunos fueron designados, incluso, como directores de área, sin tener mayor experiencia ni conocimientos que la de haber sido blogueros en la web durante el conflicto con el campo. Patucho había sido, precisamente, uno de los "generales" más destacados de aquella ciberguerrilla que provocó el milagro de reconciliar a los jóvenes con la política.
Convencido de que la guerra con el campo se perdió por no controlar a los medios, Máximo empieza a promover los "talentos comunicacionales", dentro de su propia fuerza: los blogueros de La Cámpora. Patucho, junto con Franco Vitali -también recientemente designado en la oficina de Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia-, empezaron a hacerse famosos dentro de la blogosfera K y el mundo del oficialismo por su visitado blog Un Día Peronista, que más tarde se convirtió en el suplemento joven Ni a Palos, del diario oficialista Miradas Al Sur .
Fue de ese modo que, en 2008, el nombre de Patucho -así firmaba sus posts- empezó a sonar, no sólo entre la militancia K, sino entre los funcionarios del Gobierno.
Había llegado al kirchnerismo de la mano del líder camporista de mayor llegada a Cristina, Eduardo Wado de Pedro, actual diputado nacional y materia gris detrás de muchos recientes nombramientos de La Cámpora.En 2006, Patucho, secundando a Wado, había ocupado su primer cargo público en gobierno de la ciudad -en el área de Turismo-, durante el breve gobierno de Jorge Telerman, con el que un sector del kirchenrismo había sellado una fugaz alianza.
Pero ya venía con fama de "genio comunicacional" desde las campañas publicitarias que había impulsado en la agrupación universitaria independiente Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), en la que él militó mientras estudiaba Derecho, en la UBA, y que había fundado su amigo Mariano Recalde. En NBI también conoció a Wado.
"De Recalde es inseparable. Durante el conflicto con Aerolíneas, estaba más tiempo con él que en Tagle y Libertador", cuentan en Canal 7.
Uno de los posts de Un Día Peronista definía a Jesús como un "notable" de la "prehistoria peronista". El título de aquel post, en vísperas de una Navidad, era "Jesús es peronista". También asociaba a la pareja de Néstor y Cristina Kirchner con Sartre y Simone de Beauvoir.
-Clarín construyó un imperio. Está bien, lo hizo a través de la extorsión, pero también es cierto -y hay que decirlo- que generaron los mejores contenidos. No se conquista sólo a través de técnicas espurias, también hay que ganarse el corazoncito -declaró, en plena guerra con Clarín, al blog La otra cara del patacón.
Es, por lejos, uno de los líderes más enigmáticos de la agrupación de Máximo; poco se sabe tanto de su vida pública como privada. Y, a excepción de la breve declaración bloguera de arriba, jamás concedió una entrevista, ni siquiera a la prensa militante, como suele hace el resto de los jóvenes cristinistas. Soltero, y oriundo de La Pampa, nació el 19 de diciembre de 1980. Su padre es un político pampeano, del que la prensa local suele ocuparse a menudo, y no precisamente con elogios. Santiago Alvarez padre se encuentra, actualmente, procesado en dos causas, una por enriquecimiento ilícito, y la otra, conocida como la de los "viajes fantasma". Ambos expendientes pertenecen a la época en que era ministro de Bienestar Social de La Pampa, durante la gobernación del menemista Rubén Marín. Incluso, la Justicia lo acusa de haber contado con el paraguas protector del menemismo para evitar que lo procesen: una verdadera piedra en el zapato para un joven integrante de esa revolución aggionrada que pretende encarnar La Cámpora.
Patucho, o Patuchito, como lo llama la prensa pampeana para diferenciarlo de su padre, llega a una agencia de noticias que viene reclamando profesionalismo y un poco de diversidad. Sin embargo, coinciden quienes trabajaron con él, su nuevo traje parece quedarle demasiado grande.
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