martes, 20 de marzo de 2012

la pensadora de los medios hegemonicos sigue chapita

QUÉ HACER CON LAS MALVINAS?

Sarlo cuestionó el reclamo oficial: "No hay que celebrar ni reivindicar nada"

Fiel a su estilo, criticó la forma en que el Gobierno reclama soberanía. Qué opina sobre uno de los puntos más complejos de la agenda presidencial.

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20.03.2012 | 00:01

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Sarlo, la filosa ensayista anti-K. | Foto: Cedoc.

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Malvinas es “una herida abierta pero democrática”. Desde ahí parte Beatriz Sarlo. Y desde esa perspectiva, considera que el método oficial para reclamar por la soberanía en las Islas Malvinas no es el adecuado. “Si este país elige recorrer un camino para recuperar la soberanía, tiene que hacer las cosas bien”, apuntó la ensayista, en una nueva crítica contra uno de los puntos más complejos de la agenda presidencial de los últimos meses.
Frente a ello, y antes de seguir amenazando con un bloque continental, como intentaron la ministra de Industria, Débora Giorgi, y el canciller argentino, Héctor Timerman, la escritora opinó que los argentinos se deben “una autocritica pública por la invasión de hace 30 años”. Asimismo, recomendó “seguir un curso pacífico con Gran Bretaña”.
“Malvinas tiene gente que tiene muertos en las islas. No son sólo soldados”, expresó. “Esa gente tiene intereses y deseos. Esos deseos tienen que ser incorporados” al reclamo argentino, remarcó Sarlo. “Hay que incorporar a los malvinenses como sujetos de derecho”, indicó la intelectual.
“No hay que echar leña al fuego del patriotismo “, recomendó. “El 2 de abril no hay que celebrar ni reivindicar nada”, se quejó, al tiempo que resumió cuál sería, a su juicio, el gesto oficial esperado. “Yo quisiera en Argentina un nacionalismo de integración territorial. Y si las Malvinas vienen, bueno. Pero eso es lo último que se me ocurriría integrar”, reconoció.
Con sus dichos, Sarlo no hace más que reacomodarse como referente opositor al kirchnerismo en el campo intelectual. A meses de su comentada participación en 6.7.8, una de los pensadores más polémicos del país se reconoce opositora, pero intenta alejarse de la antítesis del programa ultraK. “No me puedo sentir un espejo de un programa revulsivo y estúpido”, concluye.

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