Un estudiante platense
Publicado el 11 de Diciembre de 2011Por
Murió un estudiante platense, dejó sola a su compañera de toda la vida. Hoy sabemos que sus hermanos lo podemos enterrar, sus madres lo pueden enterrar, las abuelas de sus hijos y sus hijos lo pueden enterrar. Es alguien con quien ellos, “los otros”, no pudieron. Nosotros perdimos a un desarrapado que se jugó a que esto cambiara. Alguien que vino del sur a estudiar a La Plata, feo, pero simpático. Alguien que se enganchó a una platense. Esa platense se quedó sola de él, pero nos tiene a las Madres, a las Abuelas, a los hijos y a todos sus hermanos para ayudarla a que no nos vuelvan a quitar la alegría a los que estamos en la vereda del sol. Los que están en la vereda de las sombras van a seguir ahí, nos queda la esperanza de que alguno se dé cuenta y cruce para nuestra vereda. Pero es su decisión. Nosotros seguiremos dejando que el sol nos toque, queriendo la vida, las caricias, los abrazos, disfrutando de todo los que nos da la vida, junto a los seres que queremos, luchando por nuestros ideales, por aquellas utopías que durante mucho tiempo quedaron en un papel arrugado en el bolsillo, en un bolsillo acobardado por tanto dolor y tanta pérdida. Perdimos a uno de nosotros y podemos llorarlo sabiendo que hizo lo que quizo y seguiremos en la vereda del sol disfrutando la alegría que ya no nos van a quitar.
Murió un estudiante platense, dejó sola a su compañera de toda la vida. Hoy sabemos que sus hermanos lo podemos enterrar, sus madres lo pueden enterrar, las abuelas de sus hijos y sus hijos lo pueden enterrar. Es alguien con quien ellos, “los otros”, no pudieron. Nosotros perdimos a un desarrapado que se jugó a que esto cambiara. Alguien que vino del sur a estudiar a La Plata, feo, pero simpático. Alguien que se enganchó a una platense. Esa platense se quedó sola de él, pero nos tiene a las Madres, a las Abuelas, a los hijos y a todos sus hermanos para ayudarla a que no nos vuelvan a quitar la alegría a los que estamos en la vereda del sol. Los que están en la vereda de las sombras van a seguir ahí, nos queda la esperanza de que alguno se dé cuenta y cruce para nuestra vereda. Pero es su decisión. Nosotros seguiremos dejando que el sol nos toque, queriendo la vida, las caricias, los abrazos, disfrutando de todo los que nos da la vida, junto a los seres que queremos, luchando por nuestros ideales, por aquellas utopías que durante mucho tiempo quedaron en un papel arrugado en el bolsillo, en un bolsillo acobardado por tanto dolor y tanta pérdida. Perdimos a uno de nosotros y podemos llorarlo sabiendo que hizo lo que quizo y seguiremos en la vereda del sol disfrutando la alegría que ya no nos van a quitar.
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