domingo, 19 de febrero de 2012

mario eduardo firmenich

"No tengo por qué avisar a nadie cuando vaya a ir a la Argentina"

El ex líder montonero vive en España hace 17 años y da clases de Economía en una universidad cercana a Barcelona. Allí lo consideran un profesor “afable” y “brillante”.

Por Hebe Schmidt
19/02/12 - 12:16
"No tengo por qué avisar a nadie cuando vaya a ir a la Argentina"Rutina. Llega todos los días a las 8.30 a la Universidad Pública de Tarragona y se retira entre las 19 y las 21. "Aquí llevo una vida como cualquiera",

Desde España
Mientras circulan las versiones sobre su posible retorno al escenario político argentino de la mano de La Cámpora, Mario Eduardo Firmenich, ex líder de Montoneros, ‘auto-exiliado’ hace 17 años en España, lleva una vida rutinaria, mantiene un muy bajo perfil y no confirma ni desmiente su regreso.
Reside hace años en Vilanova i la Geltrú, un poblado a orillas del Mediterráneo con gran actividad pesquera, situado a medio camino entre las dos principales áreas metropolitanas de esa región, a 40 kilómetros de Barcelona y a 45 de Tarragona. Ocupa un departamento en un edificio común, medianamente alejado del centro urbano, sin los servicios y comodidades de un complejo –pileta, zonas comunes, jardines, cochera–.
Desde que está radicado en España, trabajó como profesor asociado en el departamento de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona (UAB), donde se doctoró en Economía en 1999, con la tutoría del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, escribió diversos artículos para publicaciones especializadas en economía y publicó Eutopía, en 2004, un libro en el que plantea un proyecto alternativo al modelo neoliberal.
Actualmente se desempeña como profesor del Departamento de Economía y Empresa de la Universitat Rovira i Virgili, en Reus, una pequeña ciudad que conforma parte del área metropolitana denominada Camp de Tarragona, en la provincia de Tarragona, en Cataluña. Allí lo encontró PERFIL. En la tercera planta donde funcionan los despachos de las asignaturas de Economía de la universidad se encuentra el aula de profesores número 33, que comparte con otros profesionales. Sobre la pared, una placa indica su nombre: Firmenich M. Eduardo, entre el de otros tantos docentes.
“Aquí llevo una vida como la de cualquier otra persona”, le cuenta a PERFIL. Llega sobre las 8.30 y deja su coche en el estacionamiento de profesores hasta que se retira a última hora, entre las 19 y 21, dependiendo del día y del horario estipulado para las asignaturas que imparte. “Estoy aquí adentro todo el día”, en referencia a la universidad, “y una vez que entro, no salgo ni para fumar”.
Lo cierto es que en el horario de la comida, sagrado por estos lares, entre las 14 y las 16.45, se dificulta encontrar a alguien en su puesto de trabajo, y menos aún que ese alguien atienda un teléfono. Sin embargo, uno de esos días y durante esa franja horaria, Firmenich atiende las llamadas de su despacho en más de una oportunidad. Y lo hace con un marcado acento español, tan pronunciado por cierto, que para identificarse debe aclarar que es él con quien se está hablando.
Tanto en la Conserjería, como en la Secretaría General de la universidad y en el restaurante que funciona en la planta baja donde a veces “viene a comer algo” o a “tomar la merienda”, su apellido no representa absolutamente más nada que el de uno de los tantos profesores que allí acuden cada día para dictar clases. Y entre sus alumnos, a los que imparte las asignaturas de Política Industrial y Dinámica Macroeconómica, se lo reconoce como un “docente cercano y comprometido”, “pragmático y afable”; “didáctico” y “brillante” y con “gran sentido del humor”.
Consultado por PERFIL acerca de si evalúa la posibilidad de regresar a la Argentina para integrarse a la actividad política de mano de la agrupación juvenil La Cámpora, Firmenich dijo: “No tengo por qué responder ahora. Lo haré público cuando me dé la gana. No tengo por qué hacerlo ahora”. A la vez que agregó que “son los medios los que han instalado ese tema en su agenda, pues que lo desinstalen”, dado que “yo, ahora, no tengo nada que decir”.
Después, amplió su explicación: “Imaginaros que tengo mi Twitter, mi Facebook, periodistas amigos... cuando quiera decir algo, lo voy a decir por estos canales”. Por otro lado, acotó que “ellos –los medios de comunicación– han generado esta polémica y están afectando a mi trabajo. Pues que se arreglen para hablar de ello ahora”. Y que “ahora estoy aquí, pero cuando vaya a la Argentina no le avisaré a nadie. No tengo por qué hacerlo”.
Son varios los temas que prefiere eludir: una posible valoración de La Cámpora o del gobierno de la presidenta Cristina Kirchner en relación con su política de derechos humanos; el impulso a los juicios y el apoyo a las organizaciones de DD.HH.; el rol que, a su manera de ver, deberían asumir hoy los jóvenes militantes de la JP; si mantuvo contactos con miembros del kirchnerismo para pautar su retorno, o si la causa Rucci representa un impedimento para el regreso. “Estos son temas políticos, y yo aún no tengo definida una estrategia política. Por eso, ahora, no voy a hacer declaraciones al respecto”, explicó.
Tampoco quiso hablar cuando fue consultado sobre la reciente entrevista que otorgó el ex presidente de la dictadura Jorge Rafael Videla:
— ¿Ha visto el reportaje a Videla en la revista “Cambio 16”?
— Sí, lo he visto.
—¿Y qué opinión le merecen sus declaraciones?
— Bueno… es que sólo he leído los titulares.
— Ha justificado la represión durante su gobierno, criticado a los Kirchner, cuestionado el número de desaparecidos…
- Sí. Lo he visto, pero no haré declaraciones sobre esto

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