Salen a la luz los vínculos de Peugeot con la dictadura de Bussi en Tucumán
Un juzgado federal de esa ciudad investiga una causa sobre crímenes de Lesa Humanidad contra Miguel Villaroel, gerente de Peugeot Argentina en el año 1977, y Jorge Lanati por estar involucrados como colaboradores del entonces gobernador Bussi.
La Política Online (Tucumán) | 31.01.2012 10:09:00
Son graves las acusaciones de espionaje hechas por un grupo de ciudadanos tucumanos a los gerentes de las automotrices en esa provincia en los años de plomo.
La dictadura militar que azotó la Argentina de los años 70, con su maquinaria de tortura, desapariciones y muerte, tuvo cómplices y socios en los gerentes de las automotrices y en particular, de la firma francesa Peugeot.
En aquella época ni Facebook, ni Twitter ni Google podían ayudar a los represores a buscar información sobre los “cómplices” de la guerrilla, pero no les faltó imaginación para obtener datos de los ciudadanos tucumanos que pasaron a la categoría de sospechosos por el simple hecho de tener algún tipo de relación humana con los dirigentes revolucionarios de aquellos años.
Según afirmaron a LPO fuentes que siguen las acusas de derechos humanos en Tucumán, Bussi acordó con Peugeot , a través de su gerente general, Miguel Villarroel, el intercambio de información de sus clientes para saber “quiénes compraban autos o camionetas, para qué o qué uso le darían , de dónde provenía el dinero, etc”.
A cambio, el gobernador de facto se comprometía a la compra de los productos de la automotriz y también a direccionar las ventas para esa empresa, beneficiándola económicamente.
Así, Bussi encontró a un cómplice perfecto que haría ese primer trabajo sucio de recolectar información para dársela a los organismos de inteligencia militar.
Los testimonios
Según un relato que consta en el expediente, un testigo de nombre Juan (su apellido se preserva ya que aún no declaró en el juzgado federal), recuerda que “cuando llega el golpe militar las empresas multinacionales que estaban en Tucumán comienzan a delegar la venta de los autos, porque les convenía mucho más económicamente. Dentro de ese esquema la empresa Peugeot pone al frente a Miguel Villaroel, gerente de la empresa, hijo de militares e idóneo para la tareas que buscaba el gobierno de facto tucumano”.
Por otra parte, el testigo contó la manera que se interconectaban los empresarios del sector para seguir con sus negocios con la Dictadura. “Yo sé que el empresario Jorge Lanatti, estuvo dentro del grupo que manejó ésta empresa. Es más, trató de hacer lo posible para no aceptar, pero dada las condiciones del país, no era fácil decirle que no a los milicos. En cambio Miguel Villaroel, sí aceptó el trato. Después Lanatti comenzó con la compra de hoteles por toda la provincia, como los sigue teniendo hasta nuestros días”.
En el caso de Miguel Villaroel, sé que lo mandaron a España para protegerlo una vez devenida la democracia y hoy sigue siendo gerente de la empresa francesa”.
El sistema de información
Por otra parte, el testigo de la causa describió que “cuando cierra la empresa CITRONORT (de autos Citroen), comienzan a gestarse las concesionarias de autos, siempre en el período de la dictadura, porque les convenía mucho más”, relató y puntualizó que “la empresa de automotores francesa Peugeot –que tenía el concesionario más importante de Tucumán- aceptó la orden de Bussi y esa compañía debía informar “quién era el comprador y a qué precio lo hacia”, porque obviamente no estaba nada informatizado el sistema como ahora.
Y da un ejemplo: “iba a comprar un vehículo un terrateniente cañero y compraba tres autos y no había tanto problema para la concesionaria porque sabía de donde venía la plata y que además había acuerdo entre Bussi y los cañeros de la época. Y por ende, se direccionaba la venta de los autos, para que los compradores vayan a determinados lugares y no a otros donde los militares tenían información inmediata. Así hizo la fortuna Peugeot, acá en Tucumán” concluyó el testigo.
El testigo relata de qué manera se hacían los seguimientos de los nuevos compradores de autos y de los trabajos de inteligencia que las mismas empresas hacían con los clientes: “Ellos tomaban cualquier operación y se dividía en dos sectores, la gente conocida, porque la industriales en ese entonces era un grupo reducido, y las personas no conocidas, o sea a investigar. Sólo se informaba si era sospechoso el comprador para los empleados de Peugeot. Y la manera de compensar la información es a través de direccionar la compra de autos en ese concesionaria, mientras más complicidad más ventas de autos. Esa es la historia que conozco. Y por supuesto que había personas de inteligencia infiltradas dentro de la empresa, quienes eran los que manejan los datos a suministrar a sus jefes militares”, concluyó.
La dictadura militar que azotó la Argentina de los años 70, con su maquinaria de tortura, desapariciones y muerte, tuvo cómplices y socios en los gerentes de las automotrices y en particular, de la firma francesa Peugeot.
En aquella época ni Facebook, ni Twitter ni Google podían ayudar a los represores a buscar información sobre los “cómplices” de la guerrilla, pero no les faltó imaginación para obtener datos de los ciudadanos tucumanos que pasaron a la categoría de sospechosos por el simple hecho de tener algún tipo de relación humana con los dirigentes revolucionarios de aquellos años.
Según afirmaron a LPO fuentes que siguen las acusas de derechos humanos en Tucumán, Bussi acordó con Peugeot , a través de su gerente general, Miguel Villarroel, el intercambio de información de sus clientes para saber “quiénes compraban autos o camionetas, para qué o qué uso le darían , de dónde provenía el dinero, etc”.
A cambio, el gobernador de facto se comprometía a la compra de los productos de la automotriz y también a direccionar las ventas para esa empresa, beneficiándola económicamente.
Así, Bussi encontró a un cómplice perfecto que haría ese primer trabajo sucio de recolectar información para dársela a los organismos de inteligencia militar.
Los testimonios
Según un relato que consta en el expediente, un testigo de nombre Juan (su apellido se preserva ya que aún no declaró en el juzgado federal), recuerda que “cuando llega el golpe militar las empresas multinacionales que estaban en Tucumán comienzan a delegar la venta de los autos, porque les convenía mucho más económicamente. Dentro de ese esquema la empresa Peugeot pone al frente a Miguel Villaroel, gerente de la empresa, hijo de militares e idóneo para la tareas que buscaba el gobierno de facto tucumano”.
Por otra parte, el testigo contó la manera que se interconectaban los empresarios del sector para seguir con sus negocios con la Dictadura. “Yo sé que el empresario Jorge Lanatti, estuvo dentro del grupo que manejó ésta empresa. Es más, trató de hacer lo posible para no aceptar, pero dada las condiciones del país, no era fácil decirle que no a los milicos. En cambio Miguel Villaroel, sí aceptó el trato. Después Lanatti comenzó con la compra de hoteles por toda la provincia, como los sigue teniendo hasta nuestros días”.
En el caso de Miguel Villaroel, sé que lo mandaron a España para protegerlo una vez devenida la democracia y hoy sigue siendo gerente de la empresa francesa”.
El sistema de información
Por otra parte, el testigo de la causa describió que “cuando cierra la empresa CITRONORT (de autos Citroen), comienzan a gestarse las concesionarias de autos, siempre en el período de la dictadura, porque les convenía mucho más”, relató y puntualizó que “la empresa de automotores francesa Peugeot –que tenía el concesionario más importante de Tucumán- aceptó la orden de Bussi y esa compañía debía informar “quién era el comprador y a qué precio lo hacia”, porque obviamente no estaba nada informatizado el sistema como ahora.
Y da un ejemplo: “iba a comprar un vehículo un terrateniente cañero y compraba tres autos y no había tanto problema para la concesionaria porque sabía de donde venía la plata y que además había acuerdo entre Bussi y los cañeros de la época. Y por ende, se direccionaba la venta de los autos, para que los compradores vayan a determinados lugares y no a otros donde los militares tenían información inmediata. Así hizo la fortuna Peugeot, acá en Tucumán” concluyó el testigo.
El testigo relata de qué manera se hacían los seguimientos de los nuevos compradores de autos y de los trabajos de inteligencia que las mismas empresas hacían con los clientes: “Ellos tomaban cualquier operación y se dividía en dos sectores, la gente conocida, porque la industriales en ese entonces era un grupo reducido, y las personas no conocidas, o sea a investigar. Sólo se informaba si era sospechoso el comprador para los empleados de Peugeot. Y la manera de compensar la información es a través de direccionar la compra de autos en ese concesionaria, mientras más complicidad más ventas de autos. Esa es la historia que conozco. Y por supuesto que había personas de inteligencia infiltradas dentro de la empresa, quienes eran los que manejan los datos a suministrar a sus jefes militares”, concluyó.
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