se lo considera el alimento del futuro
El país desaprovecha un cultivo que hace furor en el mundo
Por su riqueza nutricional, la quinoa puede reemplazar a la carne y crece en terrenos y climas hostiles. El INTA busca impulsar su reintroducción.
En el campo. El biólogo argentino Hernán Burrieza prueba los resultados de sus estudios de laboratorio sobre la resistencia de la quinoa en el altiplano boliviano.
Cuando los incas y otros pueblos andinos consumían quinoa –o quinua, como se la llama en Bolivia y Perú– no imaginaban que el sustento de su dieta sería considerado siglos después como “el alimento del futuro” y se usaría, incluso, como ingrediente de las galletitas que la NASA les da a los astronautas en el espacio. El redescubrimiento actual se debe a su alto poder nutritivo, capaz de sustituir a la carne, y porque puede crecer en condiciones hostiles. Sin embargo, y a pesar de ser una planta autóctona, en la Argentina aún se cultiva poco. A partir del boom que empezó a tener en el mundo, se está intentando reintroducir su producción.
El impulso dado por el auge de la quinoa en Europa y EE.UU. beneficia en especial a Bolivia, el principal productor (50% del mercado), seguido por Perú (30%) y EE.UU. (6%), según la Corporación Andina de Fomento y el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural de Bolivia. En los últimos años, las exportaciones se incrementaron alrededor de cinco veces en ese país y la Asociación Nacional de Productores de Quinua afirma que en 2009 se exportaron 14 mil toneladas, con un ingreso de US$ 43 millones.
Aunque depende de la variedad y la calidad, el precio de la quinoa es unas cinco veces más alto que el de la soja y en su versión premium la diferencia se duplica. El gran atractivo de este pseudocereal –no pertenece al grupo de las gramíneas pero se lo consume de igual forma– es su calidad nutritiva debido a que tiene proteínas, vitaminas, hidratos de carbono, lípidos (en especial ricos en omega 3 y 6) y aporta los aminoácidos esenciales. Además, es uno de los vegetales con más valor nutricional y supera a otros de origen animal como la carne, la leche y el huevo.
“La quinoa es muy resistente y puede crecer en ambientes extremos, donde otros cultivos no podrían progresar. Resiste suelos altamente salinos, sequías y bajas temperaturas”, enumeró Hernán Burrieza, del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas (FCEN) de la UBA, que investiga estas características de la quinoa (ver recuadro). En la Argentina se la podría cultivar “en lugares abandonados, campos erosionados, salinizados, o en zonas con menos precipitaciones debido al cambio climático”, sugirió Burrieza.
Atención. Todo progreso tiene su cara negativa, y en Bolivia la expansión de la quinoa y el mal manejo de la tierra pueden erosionar los suelos y perjudicar la sustentabilidad del cultivo. Además, el aumento de la exportación generó una suba del precio en el mercado interno y llevó a un cambio cultural: según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en 1980 el 80% de la producción era consumida por las familias bolivianas, porcentaje que hoy ronda el 20%.
Aquí, la superficie cultivada de quinoa se ubica sobre todo en Salta y Jujuy. En esta última –donde más se produce–, no se superan las 40 hectáreas. “Hace unos cincuenta años la quinoa dejó de cultivarse como se hacía ancestralmente”, informó Florencia Barbarich, de la FCEN. Para reintroducir el cultivo, el Instituto de Investigación y Desarrollo para la Pequeña Agricultura Familiar-NOA del INTA fomenta su producción con los campesinos locales a través de la entrega de semillas, enseñanza de técnicas y estudio de las variedades de quinoa mejores para esa zona. “El trabajo post cosecha es más complicado que con el maíz. Se están adaptando máquinas que se usan en Bolivia para facilitar la tarea”, explicó Guadalupe Abdo, del Programa Pro Huerta en Jujuy. La idea es sacar provecho del cultivo sin caer en los problemas que causó (causa) el furor por la soja.
Avances en el laboratorio
Aunque no hubo un aumento de la producción de quinoa en el país en el último tiempo, el crecimiento sí se generó a nivel del conocimiento científico. El equipo del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por Sara Maldonado, realizó importantes avances que dan cuenta de la capacidad de la quinoa para crecer en salinidades similares al agua de mar y dar semillas que germinan y sirven como alimento.
“Observamos el efecto de la salinidad sobre la semilla y la planta, para dilucidar qué genes están involucrados en esta resistencia. En particular, trabajamos con un grupo de proteínas llamadas dehidrinas, que son uno de los mecanismos de respuesta frente al estrés”, explicó el biólogo Hernán Burrieza. Los resultados del laboratorio son probados ahora en el campo, en la zona Intersalar del altiplano boliviano. “En este momento estamos trabajando en la obtención completa de uno de estos genes de las dehidrinas, que potencialmente serviría para mejorar otros cultivos”, agregó el investigador. También hay estudios que analizan la capacidad de resistencia a grandes variaciones de temperatura de la quinoa y si ésta produce moléculas que la protegen del congelamiento y de la desecación.
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