Las elecciones distritales recientes vienen produciendo algunas sorpresas. En la Ciudad de Buenos Aires, el resultado era esperable como lo es el que se conocerá el domingo después de las 6 de la tarde, pero la magnitud de la ventaja de Macri fue mayor de la que se preveía.
En Santa Fe, la sorpresa fue mayúscula. Que Del Sel terminase disputando el primer lugar palmo a palmo no lo esperaba nadie. La pobre votación que obtuvo Rossi no estaba en los pronósticos ni de los oficialistas ni de los opositores al Gobierno nacional.
Anteriormente, se ha votado en otras provincias. Si se unen con una línea los resultados de todas las elecciones habidas este año, la conclusión es clara: se está votando contra el Gobierno nacional. Sin embargo, está lejos de ser claro qué se está votando. Las reacciones de la Casa Rosada y de la misma Presidenta, después de cada contraste, oscilan fuertemente entre dos extremos opuestos: o se vitupera al electorado que dio la victoria a un opositor o se adopta aquella expresión de Perón que decía que cada uno puede tener las ideas que quiera, pero todos son peronistas, esto es, el Gobierno parece que no pierde en ningún lado.
Y hay algo de justificado en esta segunda actitud. Las mismas encuestas, que en cada provincia vienen anticipando con mayor o menor exactitud lo que termina ocurriendo, también muestran en el orden nacional una intención de voto a la Presidenta, que es suficiente para dejarla dormir tranquila.
Por lo demás, quienes cosecharon votos en los distintos distritos enfrentando a los candidatos kirchneristas no representan todos lo mismo ni mucho menos. Tanto es así que en Santa Fe, por ejemplo, varios candidatos presidenciales corrieron a identificarse con el triunfo del candidato de Binner, como si no fuera un hecho que Binner es él mismo un candidato a presidente que compite con ellos. Y, en el caso opuesto, ningún presidenciable pudo tomar el triunfo de Macri como propio.
De estas elecciones que han tenido lugar hasta ahora, surge una evidencia: independientemente de lo que ocurra con la elección presidencial, en cada distrito se vota de manera autónoma. Ni la Presidenta ni ningún otro candidato presidencial tienen la capacidad de transferir su propio capital político a candidatos locales. La carrera presidencial se corre por otro andarivel. Además, el electorado está rechazando las propuestas demasiado confrontativas; más bien está diciendo que prefiere propuestas de encarar los cambios sumando voluntades y no oponiendo unas voluntades a otras.
La buena campaña de Del Sel ha activado una sensación que no es nueva, la de que el electorado está reaccionando en buena medida contra el prototipo del político y de la manera de encarar la política de nuestros tiempos. Exagerar esto puede ser excesivo, negarlo por completo puede ser ceguera. Por otra parte, el sentido de corte de boleta agudísimo que se vio en Santa Fe habla más bien de votantes muy conscientes de lo que hacen y no dispuestos a regalar su voto a la ligera.
*Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella
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