viernes, 29 de julio de 2011

Los números hablan por sí solos

Más allá de las interpretaciones que se puedan realizar y de las lecturas políticas simplistas que siempre son tentadoras en estas ocasiones, el resultado electoral de Santa Fe revela dos cosas.



Por Adrián Gerber / La Capital
Más allá de las interpretaciones que se puedan realizar y de las lecturas políticas simplistas que siempre son tentadoras en estas ocasiones, el resultado electoral de Santa Fe revela dos cosas. Una, que la boleta única, que llegó para quedarse, personaliza al extremo la opción electoral y debilita a los partidos, lo que obliga a modificar las estrategias (hay fuerzas políticas que todavía no tomaron registro de este nuevo dato). Y dos, que ninguna elección está ganada ni perdida de antemano. De esto último podrán dar cuenta ahora Binner y Bonfatti, quienes el domingo a la noche se habían preparado para un paseo y terminaron cantando victoria recién al final de una larga noche.
Desde ya, que más susto se habrá pegado el propio Del Sel cuando por un momento se enfrentó ante la posibilidad cierta de ganar la elección. Apenas si se había preparado para ser candidato; ni hablar de gobernar la provincia. Porque, seamos claro, las buenas gestiones no se improvisan. Son el producto de proyectos, capacidad de gestión, cuadros políticos y equipos técnicos.
El gran mérito del Pro fue leer la coyuntura política santafesina, y tomar nota de que había espacio para colar una oferta electoral entre el socialismo y el kirchnerismo, producto entre otras cosas de que ambas fuerzas no estaban llevando como candidatos a gobernador a sus figuras más competitivas. A eso le sumó la postulación de un personaje famoso hablándole a la gente de manera coloquial. Esta sencilla pero efectiva estrategia hizo tambalear el escenario político santafesino.
Del Sel no hizo magia, sino que fue el emergente de una situación determinada. El cómico llenó su canasta electoral con votos de dos vertientes bien diferenciadas, pero que buscaban un candidato que canalice su bronca y cansancio. Por un lado, sectores básicamente antikirchneristas, cuyo nucleo más duro son los productores agropecuarios del interior provincial (sojeros en su mayoría) enfrentados al gobierno nacional por las retenciones a las exportaciones. Pero Del Sel también tuvo una buena performance en las ciudades de Rosario y Santa Fe, y sus conurbanos. Mayoritariamente lo respaldaron sectores de clase baja y media baja, que viven en barrios con mala infraestructura, niveles altísimos de inseguridad y pésima calidad de servicios públicos. Como muestra basta un botón: en Villa Gobernador Gálvez, la cuarta ciudad de la provincia, Del Sel se impuso a Bonfatti con una diferencia de 15 puntos.
Pero hablar de la elección de Del Sel es hablar también de la performance de sus adversarios. Porque el Midachi conquistó la voluntad de miles de electores que en otros comicios acompañaron al socialismo y al justicialismo. Las dos fuerzas padecieron una fuga de votos en la candidatura a gobernador, pero el PJ fue el que lo sufrió de manera más salvaje.
Uno podría preguntarse a dónde fueron a parar los casi 200.000 votos que el socialismo perdió entre el 2007 y el 2011. Binner ganó hace cuatro años la elección a gobernador con 864.524 votos (48,71 por ciento). El domingo pasado, y con toda una gestión en marcha, Bonfatti se consagró su sucesor pero con 674.239 sufragios (38,74). Lifschitz fue hasta ahora el único dirigente socialista que admitió la necesidad de realizar una autocrítica. Y eso que en lo personal su candidatura a senador por el departamento Rosario se impuso con mucha holgura: obtuvo 354.934 votos (56 por ciento), a 40 puntos de ventaja del candidato del PJ (Armando Perichon). Curiosamente, en el mismo departamento Bonfatti logró 261.000 sufragios, casi 100.000 votos menos que su compañero de partido. ¿Esos electores que sufragaron por Lifschitz senador, a quién votaron para gobernador? El triunfo logrado por el socialismo, si bien no fue de la magnitud esperada, le da un nuevo crédito de la sociedad para gobernar Santa Fe por otros cuatros años, e intentar consolidar su proyecto en todo el territorio provincial.
La candidatura de Rossi por su parte hizo agua por todos lados: fue el peor resultado electoral del PJ en Santa Fe desde la vuelta de la democracia (1983). Si se lo compara con el 2007, perdió 300.000 votos. Hace cuatro años Rafael Bielsa como candidato a gobernador cosechó 688.197 sufragios (38,78 por ciento). Ahora Rossi obtuvo 387.162 (22,24 por ciento). Una verdadera debacle. En cambio, María Eugenia Bielsa, liderando la lista de diputados provinciales, ganó el domingo pasado con 579.374 votos (34,70 por ciento). Esto deja en claro que el PJ, al igual que el socialismo, tenía candidatos más competitivos.
Pese a que en el conflicto por la 125 Rossi trabajó para imponer dentro del oficialismo una de las posiciones más conciliadoras, su imagen ante la sociedad quedó ligada a posturas duras e irreductibles. Sus duras batallas como jefe del bloque de diputados oficialistas también moldearon ese perfil, cuando la sociedad santafesina prefiere liderazgos más moderados (Reutemann y Binner sintonizan en este sentido). La última declaración de Rossi antes de la veda electoral tildando a Binner de "canalla" por sus críticas a la presidenta Cristina Kirchner, pareció más una reacción del jefe del bloque de diputados kirchnerista que del candidato a gobernador que buscaba convencer al electorado. Rossi, en síntesis, hizo una campaña para atrapar peces en la pecera, para convencer a los convencidos con "el modelo", y eso no alcanza para lograr una buena elección.
Desde el propio kirchnerismo, María Eugenia Bielsa muestra un perfil diferente, y quizás allí estén las razones de los sufragios que cosechó: fue funcionaria del primer gobierno socialista en Rosario; luego comenzó su militancia en el justicialismo, pero nunca se afilió; como vicegobernadora de Obeid lo primero que hizo cuando llegó a su despacho de la Presidencia del Senado fue descolgar un cuadro de Evita que le había dejado su antecesor ("hay que respetar los espacios institucionales no partidarios", argumentó); tanto en las internas como en las generales del domingo pasado adoptó un bajo perfil, casi no realizó campaña publicitaria y su aparición en los medios fue a cuentagotas. Y hay una versión que circula en los pasillos políticos que la pinta de cuerpo entero: la presidenta Cristina Kirchner la llamó el lunes pasado para felicitarla por la elección y la convocó a una reunión al día siguiente a la residencia de Olivos, pero ella puso un reparo: "Mañana martes tengo que dar clases en la Facultad. ¿Puede ser el miércoles?". Y así fue.
Hay resultados electorales que a veces son difíciles de explicar, pero de todos modos los números hablan por sí solos.

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