Medicina narrativa: médicos más humanos y cercanos a los pacientes
Publicado el 2 de Julio de 2011Por
La corriente promueve el diálogo entre los profesional y la gente, apartándose de los lenguajes fríos y técnicos. Diversas experiencias fueron expuestas en el Simposio Internacional de Actualización Pediátrica “Doctor Giannantonio”
Vamos los médicos, rajen del cielo!”, exclamó el cardiólogo Daniel Flichtentrei haciendo alusión a un tema de los Redonditos de Ricota. No es común presenciar una reacción como esta en medio de una jornada médica, pero el nombre de la convocatoria anunciaba que nada sería como de costumbre, y que se hablaría de algo urgente: la medicina narrativa.
Se trata de una corriente que promueve la narración en el discurso médico dirigido a los pacientes, y que a su vez, incentiva la escucha atenta de las historias de vida de los enfermos. Los médicos se entrenan en reescribir o contar las historias de sus pacientes en un lenguaje cotidiano (no en el lenguaje técnico de las historias clínicas) y en confrontar sus percepciones para generar destrezas imaginativas que ayuden a cruzar la barrera entre saber acerca de la enfermedad del paciente y comprender su experiencia. “Es trabajar en la construcción de puentes de palabras entre la ciencia y las humanidades”, explicó Daniel.
La jornada se celebró en el marco del 16 Simposio Internacional de Actualización Pediátrica “Doctor Giannantonio”, organizada por el Hospital Italiano. Allí los profesionales, en su mayoría pediatras, acordaron que “es necesario abandonar el castillo de marfil donde antaño se posicionó a la medicina y bajar al fango de la realidad y de las consultas cotidianas”. Según los médicos, la medicina narrativa es una herramienta fundamental para mejorar la relación con el paciente, los tratamientos y los diagnósticos. “Comúnmente el paciente llega con su historia de vida, y nosotros la mutilamos y convertimos en una historia clínica”, aseguró Flichtentrei.
Todo aquel que alguna vez fue paciente, de seguro sintió que al finalizar la consulta aún le quedaban cosas para decir, o quizás se vio inhibido porque el doc miraba su reloj cada 18 segundos. Es que a partir del desarrollo de la biomedicina, las posibilidades de generar empatía y las capacidades comunicativas, fueron relegadas. Al mismo tiempo, el aumento de las consultas por enfermedades crónicas, hace que la relación paciente-médico se prolongue en el tiempo y plantea la necesidad de abandonar el interrogatorio y pasar a un diálogo dedicado.
“Los médicos tendemos a ignorar que los individuos no sólo son cuerpos”, destacó el doctor Flichtentrei y dio un ejemplo: Miguel Ángel tenía 48 años, padre de tres hijos y alcohólico. En la consulta declaraba “me duele el pecho, tomo sin parar, mi mujer salió a limpiar casas, mis hijos no van a la escuela por no poder pagarles el colectivo.” “Y yo lo traduje: infarto de miocardio, deterioro de su función ventricular izquierda, inoperable. Entre lo que él me dijo y lo que yo anoté, había un abismo”, admite.
Carmen de Cunto también quiere abandonar el castillo de marfil. Ella es reumatóloga infantil y trabaja desde hace cinco años en el área de medicina narrativa del Hospital Italiano. Para la doctora “el tiempo y la mercantilización de la medicina hicieron que perdamos la capacidad de la escucha atenta. Pero es en ese encuentro con el paciente en que todo puede cambiar”, dice convencida.
La voluntad de asistir a un cambio en la relación médico paciente es bienvenida por los profesionales de la salud. Sin embargo, una escucha atenta de la narración del paciente, es muchas veces una tarea imposible de concretar. Al respecto, Daniel opinó, “si tengo que atender a 30 pacientes en la mañana, no puedo escucharlos durante 45 minutos. Esto lo planteamos siempre, y no hay respuestas”. Sin embargo, el doctor cree que la situación está cambiando porque “las autoridades sanitarias se están dando cuenta de que una consulta corta resulta más cara porque los médicos pedimos muchos estudios complementarios para poder dar con un diagnóstico”.
María Cristina Cortines es cardióloga infantil y para ella es urgente “comenzar a escuchar al paciente”. Su interés por la medicina narrativa surgió a partir de “los fracasos que te hacen dar cuenta de que, si bien tu trabajo puede ser técnicamente impecable, a veces eso solo a la gente no le sirve.”
La corriente surgió hace 20 años en los Estados Unidos, pero recién ahora se está difundiendo aceleradamente en otros países, introduciendo cursos obligatorios para los estudiantes, con el objeto de enseñar la práctica de la comunicación y la capacidad de escuchar e interpretar las historias de los pacientes.
En el Hospital Italiano desde hace dos años se dictan los talleres de medicina narrativa para residentes y estudiantes de medicina. Allí los profesionales leen y narran. Según Carlos Wahren, jefe del departamento de pediatría del Hospital Italiano, “se busca recuperar lo que se había perdido parcialmente a lo largo de la carrera, volver a escuchar y conectarse con la historia del paciente, volver a emocionarse.”<
La corriente promueve el diálogo entre los profesional y la gente, apartándose de los lenguajes fríos y técnicos. Diversas experiencias fueron expuestas en el Simposio Internacional de Actualización Pediátrica “Doctor Giannantonio”
Vamos los médicos, rajen del cielo!”, exclamó el cardiólogo Daniel Flichtentrei haciendo alusión a un tema de los Redonditos de Ricota. No es común presenciar una reacción como esta en medio de una jornada médica, pero el nombre de la convocatoria anunciaba que nada sería como de costumbre, y que se hablaría de algo urgente: la medicina narrativa.
Se trata de una corriente que promueve la narración en el discurso médico dirigido a los pacientes, y que a su vez, incentiva la escucha atenta de las historias de vida de los enfermos. Los médicos se entrenan en reescribir o contar las historias de sus pacientes en un lenguaje cotidiano (no en el lenguaje técnico de las historias clínicas) y en confrontar sus percepciones para generar destrezas imaginativas que ayuden a cruzar la barrera entre saber acerca de la enfermedad del paciente y comprender su experiencia. “Es trabajar en la construcción de puentes de palabras entre la ciencia y las humanidades”, explicó Daniel.
La jornada se celebró en el marco del 16 Simposio Internacional de Actualización Pediátrica “Doctor Giannantonio”, organizada por el Hospital Italiano. Allí los profesionales, en su mayoría pediatras, acordaron que “es necesario abandonar el castillo de marfil donde antaño se posicionó a la medicina y bajar al fango de la realidad y de las consultas cotidianas”. Según los médicos, la medicina narrativa es una herramienta fundamental para mejorar la relación con el paciente, los tratamientos y los diagnósticos. “Comúnmente el paciente llega con su historia de vida, y nosotros la mutilamos y convertimos en una historia clínica”, aseguró Flichtentrei.
Todo aquel que alguna vez fue paciente, de seguro sintió que al finalizar la consulta aún le quedaban cosas para decir, o quizás se vio inhibido porque el doc miraba su reloj cada 18 segundos. Es que a partir del desarrollo de la biomedicina, las posibilidades de generar empatía y las capacidades comunicativas, fueron relegadas. Al mismo tiempo, el aumento de las consultas por enfermedades crónicas, hace que la relación paciente-médico se prolongue en el tiempo y plantea la necesidad de abandonar el interrogatorio y pasar a un diálogo dedicado.
“Los médicos tendemos a ignorar que los individuos no sólo son cuerpos”, destacó el doctor Flichtentrei y dio un ejemplo: Miguel Ángel tenía 48 años, padre de tres hijos y alcohólico. En la consulta declaraba “me duele el pecho, tomo sin parar, mi mujer salió a limpiar casas, mis hijos no van a la escuela por no poder pagarles el colectivo.” “Y yo lo traduje: infarto de miocardio, deterioro de su función ventricular izquierda, inoperable. Entre lo que él me dijo y lo que yo anoté, había un abismo”, admite.
Carmen de Cunto también quiere abandonar el castillo de marfil. Ella es reumatóloga infantil y trabaja desde hace cinco años en el área de medicina narrativa del Hospital Italiano. Para la doctora “el tiempo y la mercantilización de la medicina hicieron que perdamos la capacidad de la escucha atenta. Pero es en ese encuentro con el paciente en que todo puede cambiar”, dice convencida.
La voluntad de asistir a un cambio en la relación médico paciente es bienvenida por los profesionales de la salud. Sin embargo, una escucha atenta de la narración del paciente, es muchas veces una tarea imposible de concretar. Al respecto, Daniel opinó, “si tengo que atender a 30 pacientes en la mañana, no puedo escucharlos durante 45 minutos. Esto lo planteamos siempre, y no hay respuestas”. Sin embargo, el doctor cree que la situación está cambiando porque “las autoridades sanitarias se están dando cuenta de que una consulta corta resulta más cara porque los médicos pedimos muchos estudios complementarios para poder dar con un diagnóstico”.
María Cristina Cortines es cardióloga infantil y para ella es urgente “comenzar a escuchar al paciente”. Su interés por la medicina narrativa surgió a partir de “los fracasos que te hacen dar cuenta de que, si bien tu trabajo puede ser técnicamente impecable, a veces eso solo a la gente no le sirve.”
La corriente surgió hace 20 años en los Estados Unidos, pero recién ahora se está difundiendo aceleradamente en otros países, introduciendo cursos obligatorios para los estudiantes, con el objeto de enseñar la práctica de la comunicación y la capacidad de escuchar e interpretar las historias de los pacientes.
En el Hospital Italiano desde hace dos años se dictan los talleres de medicina narrativa para residentes y estudiantes de medicina. Allí los profesionales leen y narran. Según Carlos Wahren, jefe del departamento de pediatría del Hospital Italiano, “se busca recuperar lo que se había perdido parcialmente a lo largo de la carrera, volver a escuchar y conectarse con la historia del paciente, volver a emocionarse.”<
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